Los españoles han hablado a través de las urnas. Y lo han hecho alto y claro.
El Partido Socialista no sólo pierde poder territorial por doquier, sino que se deja por el camino algunos cientos de miles de votantes desafectos con su gestión.
En sus discursos autocomplacientes podrán culpabilizar a la geometría variable protagonizada por el Partido Popular y VOX, pero en cualquier caso, los últimos responsables de su debacle, son los propios dirigentes socialistas y la pérdida de contacto con el pueblo llano.
No será que algunos no parábamos de recordar que el Ingreso Mínimo Vital no estaba llegando como era necesario a las familias más vulnerables. Que el Coeficiente de Gini que evalúa la distribución de la renta en España para conocer la desigualdad entre españoles no terminaba de amortiguarse. Que cada día afrontábamos con el alma en un puño nuevas reducciones de condena o excarcelaciones de violadores y pederastas fruto del nefasto impacto de la “Ley del Sólo Sí es Sí”. Que la reforma de los delitos de malversación y sedición olían a un tufillo de connivencia para agradar a independentistas, que tiraba para atrás a cualquiera. Que la separación de poderes estaba en serio riesgo y tan sólo era comparable con lo que se vive y sufre en otras latitudes más allá del Atlántico. Que el hecho de que EH Bildu esté detrás de reescribir la Historia de nuestro gran País en su propio beneficio, dice bastante de la catadura moral de quien lo permite y alienta. Que nuestros menores estén inundados diariamente con relatos sobre las víctimas del franquismo pero no conozcan nada sobre Miguel Ángel Blanco y la crueldad de sus asesinos etarras, es indecoroso cuando no vomitivo. De leyes creadas desde el más puro sectarismo, sin el apoyo científico o técnico de quienes realmente más saben sin mostrar ideología en sus posicionamientos; de querer blindar con afines las Instituciones del Estado como la Fiscalía, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el Tribunal Constitucional, el Instituto Nacional de Estadística o el Centro de Investigaciones Sociológicas para perpetuar sus tesis de “modelo de sociedad”; de alardear de mejora de la situación económica cuando el 55% del empleo creado en nuestro País proviene de las Administraciones Públicas y se financia con (más) deuda; la subida masiva, estrambótica e injusta de la presión fiscal que tanto daño está haciendo a las clases media y trabajadora; del dobre rasero y la doble moral que propagan sin ningún rubor definiendo las acciones no por su naturaleza sino por quién las acomete; de sus políticas de cesiones al vecino Marruecos y el incumplimiento de otros compromisos internacionales siguiendo con su marcada agenda bolivariana; de vender el discurso de pluralidad y diversidad cuando no hay nada más irrespetuoso que un dirigente de izquierdas hablando de quienes no piensan como él...
Lejos de dedicar un sólo minuto a hacer autocrítica por la cantidad de desmanes cometidos con premeditación-alevosía e incompetencia supina, el análisis socialista de los resultados electorales se está viviendo de cara al gran público en clave del “fíjense la desfachatez de la derecha pactando con la más vil ultraderecha, lo que va a suponer un retroceso de los avaces sociales y de los derechos de la ciudadanía...”. Una sucesión ésta de soflamas catastrofistas que lo único que reflejan es su incapacidad para deglutir el ejercicio de democracia legítimo, en el que desde sus filas sí sucumben al pactar hasta con el diablo si es que fuese necesario para tocar poder.
Ojiplática quedo al oirles decir esto. Arrogándose un conocimiento que no poseen en realidad sobre los nuevos gobiernos salientes del 28 de mayo y supurando una superioridad moral que tampoco les otorga su propia forma de actuar ante los hechos consumados. ¿Creen que la ciudadanía es tan estúpida como para votar en contra de sus propios intereses? Lo que pienso, más bien, es que la poca decencia y el mucho desparpajo les impiden asumir públicamente que la derrota institucional es fruto de su falta de contacto con la realidad, más allá de su cohorte de apaniaguados y gente de bien vivir varia que siempre dirá que van adecuadamente vestidos aunque se estén exhibiendo “como Dios los trajo al mundo”.