Como cada año, el informe de la OCDE sobre los “ninis”, es decir, aquellos que entre los 18 y 24 años ni estudian ni trabajan, es demoledor con España, aún habiendo reducido su número significativamente, pero los datos están ahí. Tampoco es que nos libremos del tramo siguiente, 25 a 34, donde no sólo nos alejamos sino que además nos hundimos. Las cifras evidentemente son alarmantes sobre todo para un país al que se le presupone primera potencia, pero aún hay un dato más lesivo y que poco conocen, y es que del 17% de ninis que hay en España, el 45% no tiene el más mínimo interés en estudiar o buscar trabajo.
Siempre que se habla de estudios y mercado laboral, y de abandono y fracaso escolar, se tiende a buscar soluciones en el sistema educativo, algo que a priori pareciera lógico, pero que tiene su lógica, pero en el propio sistema, no en nuestros centros educativos, ni aulas ni docentes. Y les voy a explicar con todo el corazón, aunque sea políticamente incorrecto o me tiren de las orejas, que debido a su extensión, se pueden imaginar las veces que me las han tirado así como lo que me importa.
No, señores y señoras, nuestro sistema educativo adolece de lo principal, educar y formar. Lo hemos reconvertido en guarderías para que el alumnado sea feliz y que completen sus estudios básicos con la mínima formación, que evidentemente no les es suficiente para afrontar estudios superiores, y contentar a unas familias que a su vez, con más preocupaciones y necesidades, y envalentonadas con ese afán de meritocracia ficticia, que la legislación les permite en aras de superar estudios, exigen titular, aunque no se sepa hacer la “o” con un canuto, pero lo importante no es el saber, es que un papel diga que sabes, y ese es el problema.
Ya pueden nuestros docentes dejarse la piel, que lo hacen, para procurar enseñar, que no obtener un papel o título. Mientras nuestras familias y el contexto social y político prioricen el pasar de curso con intenciones y devociones en contra de conocimientos, el futuro seguirá siendo del todo incierto.
El informe de la OCDE se basa en datos de matriculación, titulación y desempleo, pero por desgracia no se mete en el nivel competencial del alumno que obtiene cada titulación o superación de ciclo o nivel.
Permítanme que les transcriba un hecho real que me ocurrió siendo equipo directivo. Una madre me pidió cita pues intuía que a su hija, la docente en cuestión, le tenía manía. Una vez revisado exámenes, no sólo propios, hablado con resto del equipo docente, y algún alumno compañero de la alumna en cuestión, la cité en el centro. Después de escucharla, y tranquilizarla en que no existía tal, le comenté lo siguiente: Si yo de verdad le tuviera inquina a su hija o manía, no se preocupe, le pondría sobresaliente en todo (entonces se utilizaba esos términos), y sin hacer nada, sería lo peor que para ella pudiera hacerle.
Pues aunque no lo crean, esa sensación o necesidad de aprobar al alumnado aún a sabiendas que no esté preparado pero a tenor de la legislación vigente y el afán de las familias de pasar curso sin conocimientos para cursar el siguiente, va a ser una rémora importante para muchos.
Mientras nos centremos en vez de enseñar y educar, a nombrar nines en vez de ninis, niñes en vez de niños, y dar a los jóvenes bonos culturales, alquileres, viajes gratis, autobús o interrail, luz, agua, etcétera, no crean que descenderá los ninis, seguirán esperando como de pequeños, las nanas.