¿En qué ha derivado la Navidad? Sinceramente, en un popurrí que no se sabe ya ni cuándo comienza, porque desde octubre hay polvorones y turrones en los supermercados. Ni el día de Todos los Santos o los alumbrados desorbitados de las capitales, que a mediados de noviembre vuelven locos a todos con cancioncillas que algunos ya incluso se atreven a denunciar en sus respectivos ayuntamientos, marcan la diferencia y su comienzo verdadero.
Y es que del feliz alumbramiento del niño Dios al «felices fiestas pagano» solo han tenido que pasar dos mil años. Y tanta mezcla termina con tradiciones no hace tanto tiempo compartidas, de la noche de Reyes a Papá Noel, de las cenas en familia en el pueblo en casa de los abuelos al restaurante con todo incluido y si es en pareja, mejor.
En fin, que de la Navidad cristiana a la laica hay un mundo que creo sería bueno recorrer y que cada uno se posicione con coherencia donde desea estar y vivir.
Vamos a viajar en el tiempo. El término «fiestas paganas» fue utilizado por primera vez en el siglo IV, cuando los primeros cristianos y judíos quisieron diferenciarse de aquellos que adoraban a distintos dioses, siendo politeístas, en momentos tales como los solsticios o equinoccios, entre otros. Fue el emperador Constantino I, en el siglo IV, quien instauró la religión cristiana como única y oficial en el imperio.
El cambio no fue inmediato lo que provocó que la Iglesia, para ir borrando las fiestas paganas y hacer que los no cristianos se convirtieran, adaptase las celebraciones mencionadas a la práctica cristiana cuyo resultado más tangible fue equipararlas o acercarlas. Así, de las Saturnales romanas se pasó a la Navidad. Y de aquellas lluvias tenemos estos lodos.
La verdadera esencia de la Navidad no es otra que el amor de Dios encarnado en su propio hijo para los creyentes y ya está, no es más ni menos. Y el camino en el que el cristiano comienza a prepararse para sentir y vivir tan grande comienza con el primer domingo de adviento. Lo demás no es Navidad, es FIESTA, que tiene tanto derecho a ser celebrada por todo aquel que no tiene o no quiere tener fe.
Y ese duelo tan bestial es lo que hace que muchas personas sientan verdadera pereza ante estas fechas o incluso que las vivan como un castigo, no solo porque las familias soportan un gasto exagerado o porque han de juntarse cuando en todo el año apenas se llaman o no se ven, sino que, además, es que tienen la obligación de estar felices e irradiar una sonrisa que parezca VERDADERA. Y luego vienen las soledades de aquellos que, elegidas o no, los atrapan en días tan señalados.
La Navidad no puede convertirse en una imposición de amor, felicidad y consumismo. Tiene que ser una opción de vida. Una celebración de unión y ayuda, un gesto de humanidad ante el que más lo necesita, un momento en el que el individuo que así lo desee se replantee si su vida tiene esa verdadera honestidad y generosidad que su esencia y contenido promulgan.
Navidad no es solo luces, dulces, vestidos, copiosa comida y burbujas; eso es FIESTA. Navidad es sentir a los tuyos, cuidarles con verdadero cariño, ayudar al amigo que sabes que está solo, invitar a aquellos que añoras y mirarte a ti mismo en todo aquello bueno y menos bueno que te rodea y que te viste por dentro.
Recordar la esencia de la Navidad para creyentes y no creyentes debería ser un servicio propio de la comunidad entera, siempre y cuando este sea el sentido que queremos darle desde un estado laico. Y si solo se reduce a los creyentes, vivirlo desde esa humildad del pesebre y desde la grandeza de un amor como no hay otro.
No pretendo negar las felices fiestas para todo el mundo, porque son días festivos para todos, pero sí me gustaría recordar que quien decide darle el nombre de Navidad lo haga desde ese sentido de amor. Desde esa perspectiva no existe obligación de aparentar sentir lo que uno no cree, y existe ese derecho a expresar lo que uno lleva dentro.
Por eso, desde mi fe, desde el cariño en el que en estas fechas me he criado, desde el convencimiento más profundo de que el amor mueve montañas en nuestro interior, les deseo FELIZ NAVIDAD y FELICES FIESTAS.