Hay que ver, queridos, lo voluble y cambiante que está el mundo. Ya nada es lo que parece y no sabemos siquiera por dónde anda cada uno. Todo es confusión y ahí tenemos, por ejemplo, a la ministra María Jesús Montero, segunda de a bordo del sanchismo, preguntándose por las esquinas de palacio si Emiliano García-Page juega o no con la camiseta del PSOE y alucinando de que el barón castellano-manchego se haya alegrado (tanto) del revolcón gallego. El júbilo de Page parece un contradiós, pero no lo es tanto si pensamos que lleva toda la vida diciendo lo mismo dentro del PSOE, sota, caballo y rey, mientras Pedro Sánchez y todos sus alrededores dicen hoy lo contrario que el pasado mes de julio y mañana dirán al revés lo que decían al derecho antes de ayer. Y así sucesivamente hasta el infinito y más allá: eso es tener valores sólidos y principios asentados.

Así que tiene sentido preguntarse quién es el que pisa arenas movedizas y qué liderazgo representa mejor al PSOE socialdemócrata y con sentido del Estado que un día conocimos: ¿Page o Sánchez? Que cada uno piense lo que quiera, pero yo no veo al presidente de Castilla-La Mancha con la camiseta del PP (va de retro, que diría el bueno de Paco Núñez), como sugiere Montero, ni siquiera después de los elogios de este martes de Alberto Núñez Feijóo, al que le gusta enredar en estas lides socialistas y señalar a Page como la quintaesencia verdadera del PSOE. Que, tal como está el patio, yo diría que lo es: el último superviviente. Feijóo aplaude a Page, le reconoce como su amigo y duda de que Sánchez lo considere un compañero, que más que duda es una certeza tirando al absoluto. El mundo ahí se ha roto y supongo que esto ya es para siempre: dos dirigentes socialistas que no pueden ni verse y que, tras el terremoto gallego, entran en ruptura irreparable. Los ojitos de Feijóo a su amiguito socialista de Toledo, un suponer, le habrán hecho muy poquita gracia a Paconúñez, que se merienda estos sapos con soltura y cotidianeidad.

O sea, que todo este enredo lo ha resuelto el presidente castellano-manchego esta misma mañanita en una nueva andanada hacia Ferraz y la Moncloa, con misil directo a Montero, María Jesús: “He tenido la misma camiseta desde mucho antes de los que ahora las reparten”. Y otra más: “La camiseta del PSOE no es una camisa de fuerza, es más lucho porque Puigdemont no termine de colocar una camisa de fuerza a todas las instituciones del Estado”. Page en estado puro y lanzado cañonazos contra la línea directa de flotación del sanchismo, que es ese partido en el que, efectivamente, el presidente de Castilla-La Mancha nunca ha militado. Ni piensa. El régimen que gobierna España.

Es decir, Page es el PSOE y Sánchez el sanchismo, y esas son sus camisetas. No hay más. Otra confusión me llega a bote pronto: Toledo acogerá este año el Día de Castilla-La Mancha. ¡Anda, qué regalazo toledano! Otro detalle más de la buena (tirando a excelente) relación de Page, que es el que decide estas cosas, con el alcalde de Toledo, el popular Carlos Velázquez, en su primer día de la región al frente del Ayuntamiento de la capital. Llega y zas. Con un poquito de maldad y doble ración de retranca, cabe preguntarse contra quién va esa decisión del Palacio de Fuensalida y, a bote pronto, se me ocurren dos nombres propios muy jugosos, pero me los voy a callar por no crear enredos, que luego sale el club de los ofendiditos y el patio se calienta que es un sinvivir. Piensen y ya.

Así las cosas, voy finiquitando la columnilla con dos felicitaciones finales. Al alcalde de Talavera, José Julián Gregorio, por los actos conmemorativos del cuarto centenario del Padre Juan de Mariana, el mayor intelectual que ha dado nunca la ciudad, y a mi admirada Cruz Galdón, escritora, columnista y mucho más, por su segunda novela, titulada “Mírame, Palmira”, que va camino de un nuevo éxito y tiene una legión de lectores entusiastas. Desde Toledo para el mundo, el mejor deseo para Cruz. Yo también soy ella.