Vivimos en una sociedad en constante cambio y evolución. Cambios continuos que plantean nuevos retos, y retos a los que hacemos frente con éxito desde el conocimiento, apoyándonos en la tecnología. Pero el gran reto que a día de hoy sigue pendiente, y que resiste a cualquier cambio, es el de alcanzar la plena igualdad entre mujeres y hombres.
En una sociedad democrática y avanzada como la nuestra no cabe pensar que el hecho de ser mujer suponga una serie de desventajas respecto a los hombres en todos los ámbitos de la vida pero, dolorosa e injustamente, es así. Tenemos los mismos derechos reconocidos, aunque no siempre contamos con las mismas oportunidades, y es a ellas a quienes les cuesta más alcanzar el reconocimiento.
Podríamos citar numerosos ejemplos que apuntan a la desigualdad, como la manera en que se reducen las oportunidades de desarrollo profesional en las mujeres por las cargas de los cuidados y las labores del hogar; la ausencia de referentes femeninos en la historia, a pesar de que grandes avances como civilización han sido impulsados por ellas y, por supuesto, el miedo y la inseguridad con la que viven muchas mujeres por la violencia de distinto tipo que hombres machistas ejercen sobre ellas, creyéndose sus dueños.
Las brechas de género muestran la distancia que separa a las mujeres de los hombres en distintos ámbitos. En el ámbito formativo; en términos salariales; en aspectos relacionados con la representación, el liderazgo o el conocimiento; en el deporte y en la cultura, o en las labores de los cuidados familiares, con las cargas del hogar. Son brechas, son heridas en la piel de nuestra sociedad que, aunque hemos empezado a cerrar, todavía siguen bien abiertas.
Efectivamente, queda muchísimo camino por recorrer y aunque es evidente que el negacionismo frente a la desigualdad y frente a la violencia plantea un nuevo reto importante, no podemos ignorar los avances logrados en las últimas dos décadas en sociedades desarrolladas como la nuestra.
Es momento de forjar un nuevo contrato social, basado en la clara intención de incrementar la velocidad a la que vamos cerrando estas brechas de género. No se trata de otra cosa que acabar con la dolorosa distancia entre mujeres y hombres, que solo desde la ignorancia o desde planteamientos profundamente machistas se puede negar. A este ritmo, tardaremos 131 años en alcanzar la igualdad plena en el mundo.
En Castilla-La Mancha tenemos muy claro que queremos seguir siendo el referente en materia de igualdad entre mujeres y hombres, con políticas que nos permiten acelerar la velocidad a la que ir cerrando brechas. La senda positiva que demuestran algunos datos no es casual, y desde luego que es resultado de muchos años de trabajo y de compromiso de la sociedad en su conjunto, con un gobierno abiertamente feminista y una acción transversal en igualdad en la que he creído siempre.
Las mujeres centran más de la mitad del empleo creado en el último año en España, y aquí en Castilla-La Mancha lo que hemos logrado en tan solo ocho años es reducir el desempleo femenino en casi 17 puntos, con más de 90.000 nuevas mujeres ocupadas, entre las que contamos con 4.000 autónomas más como reflejo del carácter emprendedor de nuestra tierra.
El empleo es, como venimos demostrando, una de nuestras principales prioridades y, hablando en igualdad, seguir reduciendo el paro femenino será una constante, velando también por la calidad en el empleo y por las condiciones que marcan a muchas mujeres sus carreras profesionales, obligándolas a ocupar de forma abrumadora el número de contratos parciales o de reducciones de jornada. Hablamos por tanto de la necesidad de avanzar en corresponsabilidad y de evitar que las labores de cuidados y las cargas en el hogar se escriban siempre en femenino.
Son algunas de las cuestiones que tenemos que seguir abordando para hacer frente a la brecha salarial, que ya hemos logrado reducir en más de cinco puntos, hasta situarla en el 15 por ciento, tres puntos por debajo de la media nacional, e inferior también a la que comunidades como Madrid, Castilla y León, Galicia o Murcia. Son mejoras que se trasladan a las futuras pensiones, cuya brecha hoy en nuestra tierra también es tres puntos inferior.
Vamos a contar con una Ley con la que enfrentar la brecha salarial, así como con reformas de la Ley de Igualdad o la Ley del Estatuto de las Mujeres Rurales como herramientas con las que seguir favoreciendo la incorporación de las mujeres a puestos de dirección en empresas y en cooperativas; para seguir incrementando el número de catedráticas e investigadoras, que son hoy un 40 por ciento más; y para seguir visibilizando y reconociendo trayectorias del pasado o del presente que sirvan de ejemplo empoderador para muchas niñas y mujeres del futuro. Y por encima de todo esto, el firme combate hacia cualquier forma de violencia hacia las mujeres.
Os invito a que, juntas y juntos, sigamos cerrando brechas de género para que las mujeres puedan ser verdaderamente iguales, y visibles.