Celebrar el Día Internacional de la Mujer no es un acto feminista como algunos puedan pensar, sino que se trata de un día para recordar que la desigualdad entre hombres y mujeres existe, es real, y lo podemos comprobar día a día.
En el sindicato tenemos que lidiar todas las semanas con datos y cifras que ponen de manifiesto que esos techos de cristal están ahí. Estadísticas como que en Castilla-La Mancha el 85 % de los permisos laborales por cuidados siguen siendo solicitados por mujeres, realidades como que tres de cada cuatro trabajos con contrato parcial son ocupados por mujeres en la región, que ellas tardan casi tres años más de media que los hombres en adquirir una vivienda en nuestra comunidad autónoma. O que la mayor parte de las personas que cobran el Salario Mínimo Interprofesional tienen nombre de mujer. Y podría seguir y seguir… Pero detrás de esas cifras, hay mujeres con nombres y apellidos, y eso nos tendría que escandalizar como sociedad.
Sinceramente, creo que más que un día de celebración el 8M tiene que ser un día de lucha, un toque de atención para aquellos y aquellas que todavía no se han dado cuenta de que María, Luisa, Carmen… lo tienen mucho más complicado que Ramón, Carlos y Antonio. Y eso no lo digo sólo yo, lo dicen los datos.
Hoy, si me permiten, me quiero acordar de Virginia González Polo, dirigente política y feminista española. Miembro de la UGT desde 1899, y que en 1916 se convertía en la primera dirigente de un sindicato en España. ¿Qué pensaría Virginia si pudiese ser testigo de la realidad que viven las mujeres en este año 2024? Pues con todo el respeto del mundo, me voy a arriesgar a decir que pensaría que vamos muy despacio. Que algo en la maquinaria no funciona. El acta fundacional de UGT ya hablaba de que las mujeres debían cobrar lo mismo que los hombres, y hoy por hoy, seguimos hablando de brecha salarial…
Fue en la etapa de la Revolución Industrial cuando se tasó lo que valía el trabajo de un hombre y el de una mujer, estableciéndose que el de la mujer valiese la mitad. Han pasado más de 250 años, y seguimos hablando de desigualdad salarial. ¿A qué estamos esperando?
Eso hablando de brecha salarial, pero hay tantos asuntos que tenemos que atajar… Puestos de responsabilidad en las empresas, protocolos antiacoso, igualdad de trato, violencia de género en el entorno laboral. La lista es larga, y es el momento de ponerse manos a la obra.
Los sindicatos de clase hemos propiciado en los últimos años importantes avances que suponen un punto de inflexión. Como la obligación de las empresas de contar con un plan de igualdad, la reforma laboral o las subidas de SMI (que benefician fundamentalmente a las mujeres). Aunque está claro que todavía nos queda mucho trabajo por hacer, y el primer paso es no negar la evidencia.
La desigualdad entre hombres y mujeres es una realidad, y entre todos y todas podemos cambiarla.
Luis Manuel Monforte, secretario general de UGT Castilla-La Mancha.