Sepámoslo. Un objetivo importante, tirando a medular, de la dirección del PSOE de Castilla-La Mancha es evitar que Pedro Sánchez organice unas primarias con la intención de promover una alternativa a Emiliano García-Page al frente del partido en la región y, en su caso, todo lo que pudiera venir después. El sanchismo tiene esta hipótesis planteada en algún cajón de Ferraz y no está claro aún que quiera desempolvarla, pero esa sensación de inquietud ya se deja notar en algunos entornos de Page, solitario verso suelto en el monolítico y descentrado PSOE actual.
Lejanamente, pero ahí está esa zozobra, con sus pequeños latidos en algunos corazones socialdemócratas del Palacio de Fuensalida y alrededores. Para mucha gente sería un gran sobresalto. Otros, sin embargo, se lo toman a chunga y lo ven imposible: la solidez de Page como secretario regional del PSOE y presidente de Castilla-La Mancha, único socialista en España con mayoría absoluta, piensan que es tan palmaria que pretender removerle el sillón puede ser un suicidio político en directo.
Otra cosa es la capacidad que tenga el sanchismo de enredar posiciones y dividir al PSOE regional ante la hipótesis de unas primarias contra el establishment del socialismo castellano-manchego. La previsión, en tiempo ordinario, es que el congreso regional del PSOE se celebre a finales de 2025 o principios de 2026, siempre después del congreso federal que Sánchez, salvo catástrofe, manejará según sus intereses.
Si eso ocurriera, es decir, si Ferraz quisiera jugar a desmontarle la plaza a Page, y ya están circulando dos nombres concretos como supuesta alternativa bajo el influjo de la Moncloa, no sólo estaría en juego la Secretaría General del PSOE de Castilla-La Mancha sino la Presidencia de la Junta de Comunidades.
Y ahí es donde la fuerza de Page se vuelve incontestable: su popularidad en la región es arrolladora, recoge votos transversalmente a izquierda, derecha y mediocentro y el PSOE de Sánchez no tiene a su alcance un perfil alternativo que se acerque, siquiera lejanamente, a lo que en la actualidad significa Page en la sociedad castellano-manchega.
El futuro es imponderable, pero con la mirada de mayo de 2024 es fácil pensar que, sin Page como líder y candidato, el PSOE sanchista daría muchas opciones al PP para recuperar el poder en la Junta de Comunidades por segunda vez en la historia. Que eso le pueda venir bien a Sánchez, o no, sólo está en su cabeza, pero un Partido Socialista sin Page al frente en Castilla-La Mancha, hoy por hoy, sería una gran baza para el rival.
Estas claves están en los despachos que actualmente dirigen el PSOE de Castilla-La Mancha y que confían en dos circunstancias futuras “sin discusión”. La primera: que Page no cruce la M-30 para saltar a la política nacional, ni voluntariamente ni obligado por el contexto, por ejemplo, un imprevisto hundimiento de Sánchez. Y la segunda: que Page volverá a ser candidato en las elecciones autonómicas de mayo de 2027, aspirando a su cuarto mandato consecutivo.
Dicho lo cual, nadie en el PSOE regional deja de mirar de reojo a todas partes, por lo que pudiera pasar.