Dice un viejo proverbio castellano que “cada día tiene su afán”. Es un dicho popular que hunde sus raíces en la tradición bíblica y que representa como muy pocos el sentido de la vida para las gentes de nuestra tierra durante tantos siglos. Cada tiene su afán, y es así como nos gusta enfocar la gestión pública en Castilla-La Mancha, centrados en resolver los problemas cotidianos, en atender las preocupaciones y los afanes de los ciudadanos de esta tierra, sin renunciar por ello a marcar grandes objetivos y a diseñar estrategias consensuadas con la sociedad para alcanzarlos.
Pero hoy, 31 de mayo, quiero señalar, acogiéndome a la sabiduría popular, que cada Día de Castilla-La Mancha tiene también su afán, su objetivo inmediato, su meta marcada, que no es otra que reconocer la labor callada, constante y generosa de entidades, personas e instituciones de nuestra tierra; la trayectoria profesional y humana de aquellos en quienes nos enorgullece vernos y sentirnos representados; reconocernos en todos ellos y ellas, pues representan lo que nos caracteriza como país, como territorio central en la Historia de España y centrado en el progreso económico, social y moral de nuestra nación. Porque nadie debe poner en duda que si prosperamos, que si crecemos en actividad económica, cobertura social, extensión educativa en todos los niveles, generación de empleo, seguridad y convivencia, no lo hacemos desde un planteamiento egoísta y diferenciador, sino con la lógica voluntad de contribuir al desarrollo general, al progreso de España, que no puede llegar sino desde una conciencia de nación, de conjunto de ciudadanos iguales ante la ley, iguales en oportunidades, y también en responsabilidad.
Celebrar por tanto el esfuerzo continuo de las y los castellanomanchegos para generar un clima de estabilidad, de confianza y de progreso en libertad, es el afán de cada Día de la Región, porque es también el afán de cada día para el Gobierno que presido, para la sociedad a la que servimos. Y esto incluye también celebrar nuestra identidad y nuestras costumbres, defender nuestra competencia a la hora de legislar, ordenar y apoyar aquello que no puede ser legislado, coartado y desdibujado desde despachos lejanos donde no se conoce, ni se entiende, ni se respeta el mundo rural, el verdadero concepto de relación del hombre con el medio natural, ni el mecanismo vital que nos ha llevado a ser una de las regiones europeas con mayor riqueza natural, cultural y patrimonial, que por cierto, defendemos con la conciencia clara de que con ello apostamos por lo que es una herencia para todos los europeos, y también para la humanidad. Y esto reza tanto para la defensa de nuestros ecosistemas, como la defensa del agua o el respeto a la tauromaquia. Y en este punto, conviene recordar, por ejemplo, nuestro ingente esfuerzo en la conservación y protección de las masas forestales que nos rodean. Dicho esfuerzo tiene además su traducción en derechos de CO2 que benefician a las comunidades más industrializadas, con mayores concentraciones de población, derechos que gestiona el Gobierno central.
Pero no por ello escatimamos el esfuerzo preciso, porque tan importante es ser conscientes de nuestra responsabilidad con respecto al planeta que recibimos, como nuestro deber acerca del planeta que dejaremos en herencia a las generaciones futuras.
Creo que celebramos este Día de la Región acrecentando el contraste entre Castilla-La Mancha y el ámbito general de la política nacional y europea con respecto a los altos niveles de enfrentamiento, crispación y evolución hacia las políticas marcadas por el sentimiento frente al gobierno basado en la razón, en la búsqueda del entendimiento, y en la mecánica de consenso social.
Existen dos vías fundamentales para agrupar en torno a la gestión de gobierno una mayoría de respaldo que permita gestionar desde la estabilidad necesaria. Ambas son válidas, porque ambas están comprendidas y acogidas por la Constitución que los españoles aprobamos en 1978 para dotarnos del mejor periodo en cuanto a progreso y libertad de toda nuestra Historia. Una vía es la búsqueda de dicha estabilidad mediante los acuerdos parlamentarios necesarios que permitan solventar la ausencia de una mayoría estable. La segunda, es buscar esos acuerdos mediante el diálogo permanente con la sociedad y que sea esta política la que se traduzca en una mayoría suficiente en el Parlamento. Esta segunda fórmula es la que estamos logrando aplicar en Castilla-La Mancha y es así como estamos manteniendo una auténtica velocidad de crucero en el desarrollo y gestión de la acción de gobierno, en los pequeños detalles del día a día y en los grandes proyectos. Trasparencia, honradez, diálogo y ambición se traducen en los mejores datos de empleo, en los mejores volúmenes de inversión a través de fondos estructurales y Next Generation, y en medidas legislativas que nos ponen a la cabeza en materia de igualdad, de lucha contra la violencia de género, de lucha contra la despoblación, de defensa del medio rural, de avances y extensión de la sanidad pública y la protección social.
Ese es nuestro afán de cada día, y celebrarlo, con orgullo de país, con ambición de comunidad, con respeto a nuestra cultura y a nuestra herencia, es el afán de cada Día de Castilla-La Mancha. Así se verá reflejado en las distinciones que van a copar el protagonismo institucional del 31 de mayo, y así me gustaría que fuera vivida, con esperanza en el futuro, con confianza en el presente, con admiración hacia quienes construyeron nuestra sociedad en el pasado, la jornada de asueto que supone esta fiesta institucional, que es de todos nosotros y nosotras.
Feliz Día de Castilla-La Mancha.
Emiliano García-Page Sánchez
Presidente de Castilla-La Mancha