La igualdad es una causa que trasciende fronteras y culturas, sin embargo, en algunos países del mundo hablar o defender la igualdad y los derechos humanos fundamentales es un acto heroico que puede costar la libertad e incluso la vida.

Este es el caso de Irán, que acaba de celebrar unas elecciones presidenciales que han contado con la participación más baja en los 45 años de historia de la República islámica.

Unas elecciones que apenas ha ocupado espacio en la agenda de los medios de comunicación, al coincidir con las elecciones de Francia y Reino Unido.

Por ello, considero necesario recordar la lucha histórica y compleja de Irán, y que no es ajena para muchos países del mundo.

El avance hacia el reconocimiento de los derechos humanos en Irán, es una lucha histórica y compleja, enmarcada en un contexto de represión y discriminación sistemática contra las mujeres.

En este sentido, como firme defensora de los derechos humanos, me alineo con los postulados de Maryam Rajavi, presidenta del Consejo Nacional de Resistencia Iraní (CNRI), quien ha sido una voz incansable en la defensa de la igualdad y la libertad en su país.

Desde la creación del CNRI en 1981, esta coalición de fuerzas democráticas ha abogado por una república laica y la separación entre el Estado y la religión, promoviendo la igualdad entre hombres y mujeres como pilar fundamental.

Madame Rajavi simboliza la lucha por la igualdad, no solo como una aspiración, sino como un derecho humano esencial que debe ser garantizado para todas las mujeres iraníes.

Es la mayor representante de la resistencia iraní. Una resistencia que ha soportado una lucha marcada por la tortura, el encarcelamiento, las ejecuciones y el exilio continuo, pero a pesar de todo, no ha dejado ni un momento de luchar por la libertad, defendiendo firmemente sus principios, y demostrar su competencia política e histórica para liderar una transformación significativa hacia un Irán libre y un régimen democrático.

El CNRI, bajo el liderazgo de Rajavi, no solo lucha contra la opresión actual, sino que propone una visión clara para el futuro de Irán. Esta visión incluye la abolición de todas las leyes y regulaciones que discriminan a las mujeres, la igualdad de género en todos los aspectos de la vida política, económica y social, y la creación de un sistema educativo que promueva la igualdad y el respeto mutuo.

Quiero finalizar con la idea de que la lucha por la libertad, la igualdad y la democracia de las mujeres en Irán no es solo una causa local. Es algo que tiene que afrontarse a nivel global, por ello hago un llamamiento a toda la comunidad internacional: apoyar esta causa no es solo respaldar los derechos fundamentales de las mujeres iraníes, también significa expresar un compromiso universal con la justicia y la igualdad para todos.