Mi queridísimo Javier Ruiz, periodista de una vez, manchego de pura raza y amigo sin derecho a roce, es un tío dado a la vida. A la buena vida. El sabor del momento intensamente disfrutado. Lo sabrá él mucho mejor, pero yo le veo en el dulce equilibrio de la felicidad, en ese justo mediodía que es una explosión de los colores. En estos días Javier Ruiz está haciendo unas crónicas magníficas en este periódico sobre la Feria de Albacete y anda el tipo que se sale. Qué bonita maravilla de lectura y qué lección de buen vivir. La generosidad y el enfoque de este muchacho me desarman y lo suyo de siempre en Onda Cero es de lo mejor en la región.

O sea, que a Javier Ruiz le envidio la inteligencia de las cosas, los libros que ha leído y su talante para saber moverse por el mundo. Su falta de pereza para el conocimiento y andarse todo el día en tournée. Lo que venga por delante. Luego están la conversación, los amigotes y los buenos vinos de La Mancha. Ruiz vive la Feria de Albacete como si no hubiera un mañana y lo mejor de todo es que luego sabe escribirlo y asombrar de periodismo y desparpajo. Ha convertido el recinto ferial albaceteño en una felicísima casa de acogida durante semana y pico de locura, la suya y la de todos, y está en lo más alto de la noria.

Es verdad que tal vez no llegue a la estratosfera de mi admirada compañera María López, que es la Feria en sí, pero lo de Javier Ruiz es portentoso. Tengo pendiente en mi larga lista de asignaturas por aprobar, a los treinta y pico añitos que tengo, ponerme el mundo por montera y largarme una semana por ahí con el Ruiz a ver qué me sale por el camino: a la Feria de Albacete, que es la mejor de la galaxia, o donde sea, que tampoco vamos a reparar en gastos y en atardeceres. La gente anda por las casetas del ferial queriéndose ir de fiesta con este tío imponderable y no se habla de otra cosa. El alcalde, Manuel Serrano, tiene que darle el título de feriado singular o cosa parecida, que lo suyo es adoración. También a María López, claro, por la resistencia.

Y así vamos pasando la semana. Otra semana estrella para Emiliano García-Page, el antisanchista más famoso del ruedo nacional al que Alberto Núñez Feijóo viene buscándole estos días las cosquillas a ver si en algún momento se pasa de las musas al teatro y es capaz de derrotar en algo a Pedro Sánchez. Page, no Feijóo, que de momento tampoco rasca mucho. Al menos media España se lo agradecería. Lo último de Sánchez queriendo mantener el poder sin el legislativo ya da un poco así como vergüenza ajena y merecería alguna respuesta contundente, pero yo de momento no la veo en el horizonte. Page pide “reflexionar” a Sánchez y a lo mejor él mismo también debe echarle a todo una pensada.

El caso es que esta semana Feijóo y Page, por separado, han estado en el Espejo Público de Susana Griso en Antena 3 y se han tirado un poco los trastos a la cabeza, con reproches mutuos y algunos pescozones. Se llevan bien, son buenos amigos, pero Sánchez, que lo divide todo en la España de 2024, también está levantando un muro en esta conexión: Feijóo pide a Page que se mueva y Page le pide más o menos que se calle, y entre ambos van levantando las audiencias de la tele. “Ni agradecidos ni pagados”, le ha lanzado el presidente de Castilla-La Mancha al líder del PP.

Así están las cosas. El caso es que Susana Griso está explotando bien el cruce de acusaciones y el subidón ha sido notable. Antena 3 presume de que Page ha “arrasado” este martes durante su entrevista con un 19 por ciento de cuota de pantalla, que me está pareciendo un dato espectacular. Se trata, de hecho, de la mejor cuota desde el 22 de septiembre de 2022, hace ya dos años, cuando el entrevistado fue Félix Bolaños. O sea, que Page vende, Feijóo también y cuando se pelean más: entre los dos han impulsado el liderazgo de Susana Griso un poquito más. Y así vamos pasando el rato: venga, queridos, que nos vamos a la Feria de Albacete.