La Feria de Albacete cerró este martes la Puerta de Hierros y el mundo hoy está más triste. Millones desolados y mi amiga Piti inconsolable. Manuel Serrano, el alcalde, que se lo ha pateado todo en los últimos diez días, un no parar de la fiesta y la alegría, se ha puesto mustio a bote pronto y este miércoles no sabe por dónde tirar, el pobre, con la rutina del ayuntamiento otra vez pegada a la agenda. Toda la ciudad se ha puesto de resaca.

Albacete y sus barrios periféricos, el resto de España, o sea, tienen ahora un año por delante para acordarse felizmente de esta Feria 2024 y soñar con la del año que vendrá, y así la vida va girando en esta noria de amaneceres y emociones. Por la Feria anduvo todo el mundo: taurinos, famoseo, periodistas y una incontable fila de políticos, desde Emiliano García-Page hasta Alberto Núñez Feijóo y Paco Núñez, por ejemplo. A Pedro Sánchez nadie le esperaba, pero la fiesta se acabó y ahora tocan candilejas.

Claro, que si alguien quiere seguir el hilo, comienzan esta semana, tal que ya, las Ferias de San Mateo en Cuenca y Talavera de la Reina, que son otras dos grandes citas imprescindibles en Castilla-La Mancha y, salvando las distancias, también reúnen multitudes. Es el final del verano, la entrada de la melancolía del otoño, y nadie quiere perderse un poco de vidilla alegre y noctámbula antes de encerrarse en los cuarteles del frío y las hojas caídas. Apurando las últimas verbenas.

El ferial de Talavera, que es supermolón, entra estos días en total ebullición y aquello parece “el no va más”. No es que lo parezca, es que lo es. El alcalde talaverano, José Julián Gregorio, anda entusiasmado invitando a vivirlo a todo el mundo, y me cuentan que el conquense Darío Dolz no se va a perder tampoco ni un momento de la fiesta, que es lo que toca para hacerle honores al patrón. Son días intensos.

Por cierto, un aliciente añadido este año en San Mateo: el sábado 21 mi admirado Tomás Rufo, el torero de Pepino, maestro de la tierra, va a protagonizar una encerrona en la plaza de Talavera, él solito con seis toros, y una cuadrilla de lujo para un festejo único con el que quiere llevar la felicidad a sus paisanos, que siempre se vuelcan con su arte. No sé lo que pasará, pero intuyo que la plaza se va a poner a reventar, con todo el mundo al quite de lo que Rufo pueda dar en esa gesta. Me aseguran los taurinos que hay máxima expectación.

Tomás Rufo, pese a su maravillosa juventud, es un diestro de madurez y finura, que ama al toro y sueña con hacer la faena perfecta en la plaza de Talavera, que es la suya. Aquí se le quiere mucho y ojalá lo consiga este sábado tan especial: le deseamos la mejor suerte del mundo. Su empuje, su pasión, su calidad, su torería, ese arranque de coraje que le mueve, son las grandes claves de un éxito que le llegó muy pronto y que perdura en el tiempo. Lleva el misterio taurino anclado en su talento.

Por cierto. Contó Tomás Rufo a Javier Ruiz y Eusebio Cedena, en su entrevista de mayo para el Corpus, y lo contó con modestia y sincera humildad, el precioso detalle cotidiano que siempre le acompaña: vaya donde vaya, toree donde toree, tome el avión que tome, su primera parada cuando sale de Pepino, y la más importante, es la Basílica de Nuestra Señora del Prado, donde reza a la Virgen, patrona de Talavera, se toma un momento de reposo y recogimiento, y parte ya contento y tranquilo hacia cualquier lugar del orbe. Lo mejor del mundo, amén.