"Personalmente, lo que hace que el acto de cantar sea tan excitante, es la idea de que uno comunica, no solamente las intenciones del compositor y las emociones del personaje que uno interpreta, sino además una parte de tu propia naturaleza, algo que no podría aparecer de ninguna otra forma". (Luciano Pavarotti).

El pasado día 5 del corriente tuve el honor de asistir al estreno de la ópera "El Barbero de Sevilla". Una Joya de la Ópera Bufa de Gioachino Rossini. Pero esto no hubiera sido viable, si los lazos de la amistad no se hubieran entretejido. Por ello, quiero comenzar dando las gracias a Leopoldo Tolivar Alas, por tenderme su mano una vez más y hacer posible que conociese a Alicia Suarez Hulton, quien con su generosidad provocó que, esta servidora pisara por primera vez el teatro Campoamor y escuchara tan magna obra.

Y resulta ser que la ópera "El barbero de Sevilla" (Il barbiere di Siviglia) es una de las obras más queridas y representadas en el mundo de la ópera, nada más y nada menos. Por cuestiones que no proceden, no he estado en demasiadas ocasiones en representaciones tales, aunque mil veces lo haya escuchado en los vinilos de mi padre, por lo que, al oír los primeros acordes, agradecí haber crecido con la pasión de unos padres melómanos.

La obra se estrenó el 20 de febrero de 1816, y es absurdo no valorar que hoy en día, se llene un teatro para volver a ser representada. Y es que, la ópera sigue levantando pasiones, de jóvenes y adultos, que necesitan alimentar sus almas de la belleza y armonía del arte.

La trama podríamos pensar que no es de actualidad, se basa en las peripecias del conde de Almaviva y su intento de conquistar a la joven Rosina, bajo distintos disfraces que no le permitan a la dama saber el abolengo que le atestigua y se enamore del hombre. ¿Y no son las redes un disfraz donde hoy se busca gustar, enganchar o enamorar?

Una de las razones por las que "El barbero de Sevilla" me enganchó y mantuvo conquistada desde el comienzo, fue su música vibrante y llena de energía. La historia nace en la palpitante Sevilla, donde el sol lisonjea las calles, silba la risa y el ingenio de un barbero, Fígaro, el alma hechiza. Con su astucia sin par como un hábil juglar, ayuda a tejer líos y tramas que buscan un desenlace feliz. La ópera, con su ritmo y su risa contagiosa, nos lleva a un mundo donde la música es gloriosa. Cada aria, cada dueto, es un destello de alegría, en la mágica Sevilla, donde el amor siempre brilla.

Inolvidable para mi fueron momentos tales como el famoso "Largo al factótum" donde Fígaro comenzó su increíble "Fígaro, Fígaro, Fígaro" o "Una voce poco fa", donde Rosina expresa su amor y decisión por escapar de las garras de la estricta vigilancia de su tutor, el Dr. Bartolo.

Oviedo es una ciudad muy especial y personal, con ese aroma a provincias y cultura, donde la orbayo acaricia los paraguas y la gente no corre al caer una gota. Su afición por la cultura y el arte, hacen que tenga una oferta increíble, y que hayan podido contar con los mejores talentos en el mundo de la ópera, podemos decir con el orgullo que eso conlleva que, es una plaza de primera categoría, y eso no solo se apreciaba en la maravillosa orquesta e intérpretes, sino también en los asistentes. La sociedad ovetense es elegante, sosegada, culta y amable.

La emoción se amplificó por la cercanía del público y los artistas. El escenario próximo permitió que su pasión nos invadiera en cada acorde y que deseásemos ayudar a la pobre Rosina para poder ser libre. Los aplausos fueron elocuentes, la risa no estuvo ausente y en algún momento, los recuerdos me hicieron brillar los ojos.

Y tras su fin, con la emoción a flor de piel, salir a la urbe. Y encontrarte con una ciudad llena de misterio e historia que ensalzan su belleza. Pasear por sus calles, tras vivir una función maravillosa, lo hacía todo casi perfecto. Y bien digo casi, pues quedaba un punto más, disfrutar del buen comer y de la hospitalidad de su gente.

En resumen, España es maravillosa de norte a sur, pasando por nuestra querida Castilla la Mancha, pero esta vez he de decir que, no es sólo escuchar una ópera, es hacerlo en Oviedo. Esto hace la experiencia única, hace que te impregnes de su aroma a respeto y amor y que compartas con ellos su profunda tradición cultural. Será un recuerdo imborrable que deseo que la vida me permita repetir.