Una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) causó el pasado 29 de octubre graves inundaciones en varias regiones de España, incluyendo Castilla-La Mancha. Este fenómeno meteorológico extremo produjo lluvias torrenciales que desbordaron ríos y barrancos, afectando especialmente a las provincias de Albacete y Cuenca. En las cuencas de todos los municipios afectados se registraron fuertes precipitaciones convectivas, que fueron localizadas y a la vez muy intensas, acercándose a los 200 mm en algunas zonas durante la jornada del 29 de octubre. La DANA generó precipitaciones concentradas, desbordando cauces en un entorno territorial ya saturado por las lluvias previas.
Son ya bien conocidos los inadmisibles daños que se produjeron en Letur (Albacete) por el desbordamiento del arroyo del mismo nombre, debido a la rápida acumulación del agua en el cauce aguas arriba del casco urbano y a la carencia de elementos de almacenamiento y contención de la riada o de cauces alternativos, que hubiesen podido reducir drásticamente los enormes caudales instantáneos que asolaron la población, causando la dolorosa pérdida de seis vidas humanas.
Idéntica situación sufrió el este de la provincia de Cuenca con el desbordamiento del rio Ojos de Moya, el cual acabó produciendo cuantiosos daños en las infraestructuras de puentes, caminos, carreteras, abastecimiento de agua, saneamiento y depuración, afectando a los municipios de Landete, Garaballa, Enguidanos, Talayuelas y Mira. En este último se registró lamentablemente otra víctima mortal.
Desde el primer momento, la Demarcación de Castilla-La Mancha del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos se puso en contacto con las diferentes Administraciones públicas con el fin de prestar su colaboración, pues entendemos que solo con un compromiso firme y conjunto podremos mejorar la resiliencia de nuestra región frente a futuros eventos meteorológicos adversos de carácter extremo para salvaguardar tanto a la población como su entorno.
Solo cabe prevenir
En primer lugar, hay que significar que las fuerzas de la naturaleza no se pueden dominar, ni siquiera medianamente controlar. Se desatan siempre de manera inoportuna, evolucionan de la forma más insospechada y, la mayoría de las veces, súbitamente. Son fenómenos aleatorios que solo podemos caracterizar en términos estadísticos y probabilísticos, radicando ahí nuestra debilidad. Ello hace muy difícil reaccionar a tiempo en función de los acontecimientos que se van produciendo y, por tanto, sólo cabe actuar de manera preventiva.
Por otra parte, estos fenómenos son conocidos en tanto en cuanto se producen de manera recurrente, y existen registros suficientemente documentados de los cuales podemos extraer conclusiones y conocimiento suficientes para diseñar estrategias de prevención. Es decir, podemos evitar o, al menos, minorar las consecuencias trágicas de los mismos. Si bien, hay que reconocer que llegar al objetivo de riesgo cero en términos de daños materiales y personales es impensable por tratarse de sucesos de marcado carácter estocástico.
Las consecuencias devastadoras que hemos padecido se pueden atenuar empezando por realizar una planificación territorial y urbanística apropiada, la cual pasa por la necesidad de avanzar, de manera urgente, en la elaboración de Planes de Actuación Municipal (PAM) frente al riesgo por inundaciones en poblaciones cuyo término municipal se hayan identificado como zonas inundables. Es perentorio recordar a los municipios ubicados en estas zonas, o colindantes a las mismas, que los análisis de riesgo, que incluyen los planes contra inundaciones, son obligatorios en el momento actual.
Invertir en infraestructuras
Para ello, las principales recomendaciones aportadas desde el Colegio de Ingenieros de Caminos en Castilla-La Mancha para prevenir los daños humanos y materiales que han sucedido o puedan suceder en localidades de la región, pasan por incrementar sustancialmente la inversión pública destinada a construir infraestructuras hidráulicas de contención aguas arriba de las poblaciones con riesgo grave de inundación.
Entre estas infraestructuras hidráulicas se encontrarían los embalses o azudes de regulación que puedan retener el agua e ir laminando las puntas del caudal circulante, y así permitir acumular y ralentizar el discurrir de las aguas, de tal forma que el impacto de los enormes volúmenes que se concentran inevitablemente aguas abajo, donde hay zonas residenciales o industriales, sea asumible en términos de seguridad. Estas obras deben, necesariamente, complementarse con la ejecución de canales de derivación de caudales o cauces secundarios que alejen de las zonas urbanizadas una parte sustancial de la avenida.
Paralelamente, en zonas urbanas o urbanizadas se deberán acometer tanto actuaciones de renovación de las redes de saneamiento actuales, la mayoría con secciones hidráulicas mínimas, como la ejecución de redes separativas de aguas pluviales para su almacenamiento en lagunas artificiales o tanques de tormentas que puedan preservar el preciado líquido para un uso consuntivo posterior.
También es imprescindible informar e instruir eficazmente a la población de forma que se sea consciente del riesgo real que conlleva vivir en zonas inundables, y sobre cómo comportarse y actuar en caso de alerta o emergencia declaradas por precipitaciones intensas. Al mismo tiempo, es preciso mejorar los sistemas de detección, comunicación e información de los dispositivos instalados sobre el territorio, y en especial en los cauces, de forma que se garantice una adecuada integración de estos dentro de los protocolos de toma de decisiones que permita activar a tiempo los mecanismos preventivos.
Con todo ello y desarrollando sistemas efectivos de aviso a la población en caso de riesgo, se conseguirá tener información en tiempo real que facilite la toma de medidas específicas, tales como retirar sus vehículos y desplazarse a las zonas más altas del término municipal, con antelación suficiente para mitigar daños materiales y sobre todo personales.
Sistema global de alerta
Aunque en Castilla-La Mancha existe el Plan Específico ante el Riesgo por Fenómenos Meteorológicos Adversos (METEOCAM), se debería implementar un sistema global de alerta a la población para este tipo de emergencias. Y para ello, las demarcaciones hidrográficas tendrán que mejorar la monitorización de los cauces y ampliar los pluviómetros y dispositivos similares del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) asociados a las poblaciones con riesgo de inundación, para posibilitar el establecimiento de alertas a la población vía teléfono móvil, de manera eficaz. Junto con ello, es preciso elaborar planes serios y rigurosos para realizar una evacuación ordenada de la población en caso necesario, elaborados por técnicos competentes e integrados dentro de los Planes de Actuación Municipal (PAM) frente al riesgo por inundaciones.
La Demarcación del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en Castilla- La Mancha entiende que el desastre asociado al paso de la DANA por nuestra región nos ha dado, otra vez, pautas de aprendizaje a tomar en consideración: la necesidad de mejorar la prevención y la gestión en tiempo real de este tipo de catástrofes, para así adelantarnos y minimizar los riesgos asociados a estos sucesos climatológicos recurrentes.
Además, se deberá velar por el estricto cumplimiento de las directrices recogidas en los planes de gestión de inundaciones; y finalmente, sobre todo, tomar consciencia de la imperiosa necesidad de elevar el nivel de inversión en infraestructuras hidráulicas de protección frente a avenidas que, sin lugar a dudas, constituyen los únicos elementos físicos que pueden evitar o reducir los impactos demoledores derivados de los fenómenos climáticos extremos de esta naturaleza.
Juan Antonio Mesones es decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en Castilla-La Mancha y Francisco Rodríguez Montón es vocal de la Junta Rectora del Colegio de Ingenieros de Caminos.