Desde abril del pasado año en la que un grupo de trabajadoras de Podemos denunciase al diputado David Llorente, portavoz parlamentario de la formación en las Cortes regionales, por trato machista y discriminatorio, las chapuzas y vendettas de la formación en Castilla-la Mancha no han dejado de sucederse. Unas trifulcas protagonizadas por el propio Llorente, la también diputada María Díaz, y el vicepresidente segundo del Gobierno regional José García Molina, junto con la consejera Inmaculada Herranz y otros miembros de la formación como secundarios de lujo. La última ha sido este mismo jueves con el abandono de Llorente del Pleno donde se votaba la propuesta de resolución, presentada por el PP, sobre la situación de la Atención Primaria en Castilla-La Mancha y que le ha supuesto la apertura de un expediente disciplinario. Una actitud que puede complicar el pacto de Gobierno de la comunidad hasta el final de Legislatura, aunque la cuestión no parece preocupar en demasía al presidente Emiliano García-Page, más entretenido ahora es descifrar la figura del relator y aferrar la bandera del nacionalismo español.
No es Castilla-La Mancha el único territorio donde el barco de Podemos hace aguas, y los problemas de la formación amenazan con hacer naufragar el buque por completo. Tensiones internas, dirigentes que van y vienen, delaciones entre miembros de la formación, y antagonismos con las confluencias son algunos de los problemas que ya han aflorado en Cataluña, Navarra, la Rioja, Madrid, Cantabria, Galicia, Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha. Cinco años más tarde de su constitución, cuando tanto confluencias como movimientos corales ilusionaron a millones de personas, Podemos se ha convertido en un escenario donde se acentúan los personalismos, las estrategias, las traiciones, la inmadurez política y las deslealtades. Una execrable concordancia donde cada uno tan sólo señala los errores del otro y todos se convierten en siervos de la ambición por el poder.
Podemos Castilla-La Mancha no es ajena a este carrusel de apetencias personalistas y tensiones acumuladas durante la actual Legislatura. Una formación que, como viene ocurriendo en otros territorios, ha empezado a perder identidad y a descender en intención de voto a tan solo unas semanas de las elecciones, como así lo muestra cada encuesta aparecida. Una circunstancia que le haría perder su influencia en futuros gobiernos a partir del próximo 26 de mayo. Todo un circo donde el espectáculo y el ridículo aumentan cada día. Mientras, decae el entusiasmo que hace cinco años mostró una inmensa marea de ciudadanos esperanzados con la nueva formación y las intenciones de sus animosos como volanderos fundadores.