Resulta recurrente en esta tierra la cuestión sanitaria entre los políticos, mucho más cuando se aproximan unas elecciones. Esta semana ha tocado pasar “lista” a la Sanidad de Castilla-La Mancha a los diputados autonómicos Fernando Mora y Francisco Cañizares. La controversia, la de siempre, conocer el número de pacientes en la región que se encuentran en lista de espera sanitaria para ser atendidos. Es tan abismal la diferencia entre las cifras manejadas por los representantes del PSOE y PP que me recuerda a las de las manifestaciones en este país según provengan los números del convocante o de la Policía. Mientras, el paciente lamentando y sufriendo tamaña espera, y la sanidad privada fortaleciendo su cartera de clientes con semejantes actitudes y confrontaciones.
Las listas de espera en Castilla-La Mancha siempre ha sido documentación reservada, confusa y discutible si tenemos que fiarnos de las fuentes tan poco explícitas que proceden de nuestros representantes públicos. Con semejantes argucias, confrontaciones y manipulaciones el ciudadano es incapaz de saber la verdadera situación de la Sanidad pública en esta tierra, lo que le impide propiciar debate alguno a partir de datos tan poco fiables.
Conocer fehacientemente la gestión de cualquier Gobierno por parte de los ciudadanos resulta imprescindible para valorar su actuación, hartos ya de soportar estoicamente tamaño cumulo de falsedades. Por lo visto cada día, en Castilla-La Mancha a lo que más se puede aspirar es a contemplar perplejos el enfrentamiento de sus más señalados representantes interpretando monólogos más propio del club de la comedia que de gestores de lo público. Mientras, las vías de agua son tantas en la Sanidad pública de esta tierra por los recortes sufridos que el escenario puede convertirse en un polvorín donde la mecha prenda más rápido de lo que parece. Una singularidad que no es exclusiva de Castilla-La Mancha.
Muchos ciudadanos tienen la certeza de que las promesas electorales que con tanta frecuencia escuchamos estos días son baúles de mentiras, y gran parte de los programas ramilletes de futuros incumplimientos. Nos encontramos ante políticos, maestros de la desfachatez, que han perdido su credibilidad y, por tanto, la confianza del elector cada vez que se suben al púlpito institucional. Entretanto, además de soportar largas esperas sanitarias para ser atendidos, los ciudadanos tienen que optar entre la resignación, el conformismo y la rutina votando a los de siempre, o el de la utopía y la esperanza en fuerzas y políticos que puedan resolver de una vez cuestiones de gran calado como es la de la Sanidad en Castilla-La Mancha. Un sector público con mala salud.