Dentro del rosario de propuestas y compromisos electorales que los ciudadanos de Castilla-La Mancha se hartarán de oír hasta el próximo 26 de mayo será el de la sanidad. Incluso, ya llevamos algunas semanas escuchando del Gobierno regional anuncios de construcción de centros de salud, promesas de tiempos máximos de respuesta en la función sanitaria, o de nuevas equiparaciones para sus centros. Tampoco desaprovecha la ocasión la oposición para ofrecer sus propuestas en la materia y su presidente regional, Paco Núñez, anunciaba el pasado fin de semana su compromiso de reducir las listas de espera en un 50 por ciento antes de seis meses como presidente de la Junta -llegado el caso- con el fin de combatir la “nefasta gestión sanitaria”, del Gobierno regional. Unas listas que tanto políticos como oposición manejan a su antojo y conveniencia gracias a los continuos como peculiares cambios metodológicos utilizados en su elaboración por cada uno de ellos.

Mientras nuestros cansinos dirigentes políticos compiten en el estrado institucional para hacernos creer sobre la mejora o empeoramiento de nuestro sistema de salud, la sanidad privada en Castilla-La Mancha, sin tantas alharacas, continua incrementando su presencia en esta tierra. También para quitarse de medio a otros competidores en la región. Una inmersión silenciosa y permanente que llevan tiempo aprovechando de uno de los sectores más castigado por la crisis.

La Comisión Nacional del Mercado y Competencia (CNMC) aprobaba la pasada semana la adquisición de la clínica Santa Cristina, en Cuenca, por parte de Quirón, el mayor grupo hospitalario privado de España por volumen de facturación. Una sociedad que cuenta con varios hospitales, centros médicos, clínicas, residencias, y centros de día en las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo.  Una compra que la CNMC autoriza bajo ciertos compromisos de calidad, precios, y competencia a cambio de quitarse Quirón de en medio al único competidor privado en la provincia de Cuenca. De la misma forma, convertirse en proveedor solitario de servicios sanitarios de todos los pacientes derivados de la Sanidad Pública, además de los que no pueden ser prestados por el hospital público de Albacete.

Otro movimiento que demuestra la cada vez mayor presencia de la sanidad privada en Castilla-La Mancha en colaboración con la gestión de nuestros políticos. Sin duda, el mejor caldo de cultivo para aumentar una cartera de clientes cuya cobertura ya ampara a más de diez millones de personas en toda España. Compañías de seguro privado cuyo mejor reclamo comercial es el de las listas de espera que, según la OCU, son de una media de 14 días, incluso menos en provincias como Cuenca. Unos plazos que, por su excesiva perennidad en el caso de la pública, les toca seguir sufriendo a sus usuarios en esta región, los que van quedando.