Preguntado el presidente del Barça, Josep María Bartomeu, tras las decepciones sufridas por el club en Anfield y Sevilla, sobre la continuidad de Valverde al frente del primer equipo, el mandatario azulgrana afirmó lacónico que “Ernesto tiene contrato”. Aunque en el fútbol, ya se sabe, afirmaciones de este tipo también contemplan el cese inmediato del señalado, la continuidad del entrenador pende ahora de un hilo y en entredicho su cargo. Aunque en escenarios bien distintos, otros fiascos parecen indicar igualmente el camino a seguir de algunos dirigentes del PP en Castilla-La Mancha tras los resultados de los comicios celebrados. Un calvario que de momento evita su líder nacional, Pablo Casado, que, tras el varapalo de hace un mes, ha logrado retener el poder en plazas clave, y evitar el temido sorpasso de Ciudadanos por hacerse con el centro derecha.
Una indicación que en esta tierra ha sido entendida por algunos -Ramos en Talavera, y Román en Guadalajara, poniendo de inmediato sus cargos a disposición del partido tras las derrotas sufridas- pero obviada por otros a los que les ha faltado el tiempo, a pesar del desastre electoral del partido que representan, para tomar por su cuenta el mandato de liderar la oposición, que para eso “tienen contrato” en vigor, aunque éste haya sido obtenido por indicación. Otro ejemplo más de que la autocrítica no casa bien con las noches electorales.
Sí parece haberlo comprendido el candidato de Unidas Podemos a la presidencia de Castilla-La Mancha, José García Molina. Tras no conseguir escaño alguno el pasado domingo debido a los errores y fractura de la dirección, ni tener ahora nada que gestionar en representación de su partido en la región, Molina ha decidido poner igualmente el cargo a disposición para, supongo, retornar a la enseñanza, pues de algo hay que vivir.
Tras la debacle del PP en Castilla-La Mancha, la descomposición de Unidas Podemos, y el escaso rédito electoral cosechado por Ciudadanos y Vox, el PSOE de Emiliano García-Page logra una mayoría absoluta en la región, -también en Extremadura- un privilegio que hasta ahora solo disfrutaba el popular Alberto Núñez Feijoó en Galicia. Una victoria preponderante que soterra las diferencias de entonces con Emi- como así le definió varias veces Pedro Sánchez en un mitin en Ciudad Real- dando paso a un cierre de filas en el PSOE regional como si nada hubiera pasado.
Un triunfo en las autonómicas -también en las europeas- que se ha visto acompañado igualmente por un importante avance en las municipales en la región. Una posición que, junto con el inmediato el control de las Diputaciones, sitúa a la marca socialista en Castilla-La Mancha como líder hegemónico en la región, con Vox y Ciudadanos dispuestos a hacer algo de ruido por el camino.