El auge del ecommerce en España, unido a la atractiva rentabilidad de los activos logísticos y su potencial digitalización y robotización, están siendo las palancas esenciales para el desarrollo de este modelo de negocio, además de punto de mira para inversores inmobiliarios de todo el mundo. Una tendencia comercial que está transformando las necesidades de los operadores para optimizar itinerarios y entregas, para lo que se requiere un mayor número de centros de distribución y logística bien comunicados y cercanos a las grandes urbes. Castilla-La Mancha ocupa un lugar privilegiado dentro de la geografía española, con dos motores logísticos destacados y bien diferenciados. Uno en el Corredor del Henares, en Guadalajara, como primera comarca industrial de la región y una de las provincias en España con una tasa de desempleo entre las más bajas del país gracias a este sector, y el ubicado en la zona de La Sagra, en la provincia de Toledo, con Illescas y Seseña como importantes referencias.
Son cada vez más las operaciones inmobiliarias de este tipo que se contratan en la región, tanto en la construcción de nuevos parques logísticos como de cambio de titularidad de los ya instalados. Fondos de inversión, socimis, patrimonialistas de carácter local, y family offices en naves de menor tamaño son los principales actores en este mercado logístico, cada vez más demandado y apetitoso gracias a su elevada rentabilidad. Un beneficio que puede alcanzar hasta el siete por ciento, un porcentaje superior al de otros activos similares como son las oficinas o los locales mejor situados.
Un auge inusitado del parque logístico en Castilla-La Mancha que ha llevado consigo un elevado nivel de contratación laboral, hasta el punto de ser el sector que más vacantes ofrece para trabajar en la región, y cada mes más, según las plataformas de empleo. Un flujo, no obstante, que se desenvuelve con unos niveles de precariedad alarmantes. Un empleo que basa gran parte de su contratación en las empresas de trabajo temporal: un 40 por ciento de las cerca de 25.000 personas que trabajan en la logística solo en la provincia de Guadalajara. Un empeoramiento en las condiciones laborales del sector que desemboca en huelga con alguna frecuencia. Una convocatoria que no cuenta con la fuerza sindical precisa debido a esta fórmula de contratación externa. Un “motor de empleo”, como lo definen desde la Administración regional, temporal y precario impropio de los niveles de negocio y rentabilidad que manipula el sector.