Aguardo con una mezcla de interés, incredulidad y sonrojo la información y manifestaciones que la Consejería de Economía, Empresas y Empleo de Castilla-La Mancha hace cada mes acerca del desempleo en la región. Y reconozco que sus titulares no dejan de sorprenderme por la extraordinaria habilidad con la que manejan su léxico, naturalmente, a beneficio de inventario. Anuncios comparativos con tiempos pretéritos, inicios de legislatura, cambios de gobierno, o adversidades ajenas para manifestar hábilmente liderazgos y mejoras continuas de creación de empleo o descenso del paro.

Unos titulares que se sustancian con datos y referencias que no se corresponden en absoluto con la realidad laboral de esta tierra, si hacemos caso de los documentos oficiales que conocemos de otros organismos. También por las manifestaciones que tanto sindicatos como de otras instituciones de la región hacen puntualmente sobre la materia. Los datos son tozudos. Castilla-La Mancha sigue ocupando el vagón de cola en este país en cuanto a desempleo en la región se refiere. Un furgón en el que generalmente viaja acompañado por las comunidades de Andalucía y Extremadura, con tasas de desempleo generalmente por encima de la media nacional. 2,4 por ciento en el caso de Castilla-La Mancha, según la Encuesta de Población Activa publicada por el Instituto Nacional de Estadística recientemente.

España ha recuperado con creces el nivel económico que disfrutaba antes de la crisis, aunque todavía faltan más de 800.000 puestos de trabajo para alcanzar los 20,6 millones existentes en aquella fecha. Un déficit que afecta de forma significativa a cuatro provincias de Castilla-La Mancha, lejos todavía de recuperar los niveles previos a 2008. En concreto, al término del segundo trimestre de este año, a Toledo le quedaban por alcanzar 21.300 puestos de trabajo para conseguir las cifras de aquel año, 4.900 a Cuenca, 21.300 a Albacete, y 19.500 a Ciudad Real, según el INE. Especialmente grave es el caso de la provincia de Albacete donde la destrucción de empleo ha sido del 12,4 por ciento en estos once años. Tan sólo la provincia de Guadalajara, por el efecto derrame de parte de la población y la actividad económica de Madrid, ha creado 17.800 puestos de trabajo durante todo este tiempo.