Corren tiempos convulsos para algunos políticos que hasta hace unos meses gozaban al menos del predicamento de los suyos: Mariano Rajoy, Susana Díaz, Maxim Huerta, Cristina Cifuentes, Carmen Monzón, Soraya Sáenz de Santamaría… y María Dolores Cospedal. Aunque la mayoría se sienta ahora en poltronas bien retribuidas, la inquina contra ellos desde tiempos pretéritos se hace todavía notar. En el caso de la expresidenta de Castilla-La Mancha, a la que “intentaron mi muerte civil”, en palabras de la propia Cospedal, el desprecio resulta más que evidente. También en la tierra donde alcanzó su plenitud política, y en la que ya no se discute por inconveniente e improcedente la anunciada presidencia de honor del partido en la región. Incluso por parte de sus antiguos y más decididos impulsores, afectados de repentina amnesia y bien colocados gracias a los cambalaches postelectorales en el partido propiciados en su día por su protectora.

Tan sólo la Abogacía del Estado, oposición mediante, no discute sus servicios acogiéndola en su seno donde ahora presta sus servicios en la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo. Y a partir de ahora en una revista femenina como ocasional columnista. Una colaboración en la que promete no ajustar cuentas con nadie, ni ser la voz de ninguno. Amortizada políticamente, María Dolores Cospedal ha sido víctima de una matanza política organizada dentro del Partido Popular gracias a la munición descargada por el excomisario Villarejo. Una degollina en la que también ha colaborado decisivamente la familia de la víctima, su actual pareja Ignacio López del Hierro, que utilizaba la sede del partido como su particular cortijo de influencias, y la afectada para intentar descarrilar a su “enemiga intima” Soraya Sáenz de Santamaría.

Tanto mandaba Cospedal que la trama fratricida contra ella se ha saldado con una matanza póstuma que se ha celebrado en muchos velatorios de la política, incluidos los de Castilla-La Mancha donde ya tan sólo se la recuerda en la esquelas. Incluso para los socialistas de la región, que ya han dejado de lado su cansina como sectaria letanía de culparla de todo cuando malo ocurre en esta tierra.

Las salvas contra Cospedal también han alcanzado a sus más fieles hasta hace unos meses, ahora en desgracia. Una calamidad que los puede llevar incluso hasta la sepultura política si se repiten elecciones en este país y procede la confección de nuevas listas. Nos seguiremos acordando de la expresidenta de Castilla-La Mancha, aunque para ello ahora tengamos que recurrir a su columna quincenal.