Según he podido leer en su habitual columna de opinión, el director de la revista Aquí echa en falta una mayor presencia de políticos y periodistas en el bar de las Cortes de Castilla-La Mancha. Paco Gómez Herruz reivindica- sin ánimo personal de lucro, naturalmente- la taberna parlamentaria como lugar donde los plumillas acudían a “pescar” informaciones interesantes, además de alguna que otra cerveza o vino de la tierra. La práctica, antaño muy común, ha caído en desuso, y el amigo Herruz añora los tiempos de los presidentes Bono y Barreda cuando el bebedero institucional era lugar frecuentado por un hervidero de políticos y periodistas en busca de información. Unos lugares tan gratos para conversar, los bares, que en eso también coincide Paco con los de Gabinete Galigari entre otros muchos clientes de este tipo de establecimientos.
La posterior presidencia de María Dolores Cospedal cambió la costumbre, que se prolonga con su sucesor, Emiliano García-Page, que al parecer no es hombre de cantina al menos en público. La práctica informativa se ha trasladado ahora a otros foros bien distintos en forma de convocatoria de prensa más tumultuosa y menos personal. Un hartazgo de citas y convocantes, imposibles de atender salvo copiosa plantilla del medio, que se multiplican cada día en esta tierra a la vista de la muy cargada agenda de actos programados, acrecentados ahora en campaña electoral. Hoy, cualquier concejal, alcalde, diputado, miembro del Gobierno y de partido, u otros corifeos públicos que pululan a nuestro alrededor se sienten con derecho a citar a los medios de comunicación, y aposentarse delante de un micrófono para soltar a su antojo, leídos en gran parte, una sarta de cuentos, propaganda de partido, y chismes del oponente sin mayor interés para el ciudadano. Una utilidad informativa intrascendente en la mayoría de los casos como se puede comprobar en los medios digitales de la región, donde este tipo de noticias apenas concita el interés del lector, y siempre aparecen situadas entre las menos leídas. Mas la coreografía no remite, pues hoy la tecnología permite continuar el sainete vía redes sociales.
En medio de tanto ruido, estupidez, y confusión con la que contemplamos este tipo de manifestaciones a una gran mayoría de nuestros líderes, se echa en falta una mayor corrección política en sus formas. Políticos capaces de ser a la vez enérgicos y claros, y de no transigir con lenguaje de rapero tantos insultos, mentiras, sandeces y patochadas a las que nos tienen acostumbrados la mayoría de oradores que cada día se suben a la cabina institucional. Representantes públicos que permitan recuperar la esperanza de que otra política es posible, aunque no parezca probable por el momento. Al menos, en la época que Herruz evoca con nostalgia, las sandeces con cerveza eran menos, las citas periodísticas más personales, limitadas e interesantes, y más reducida y menos ofensiva la fauna política.