Comedores escolares
No hay justificación social alguna para que exista una población infantil que no reciba una alimentación adecuada. Sin embargo, uno de cada tres menores viven en una situación de pobreza relativa según un informe de la oficina de investigación de UNICEF. Esto quiere decir de unos 2,5 millones de niños en nuestro país no pueden acceder a una alimentación equilibrada, lo que les coloca en riesgo de exclusión social. Un fenómeno que se proyecta en las escuelas donde comenzó siendo excepcional pero, por desgracia, cada vez es más frecuente. Los servicios sociales y los educadores detectan como aumenta el número de alumnos que van a clase sin desayunar, y para muchos de ellos la única comida que hacen al día es la que reciben en el comedor escolar.
Así, la finalización del curso o durante los periodos vacacionales supone un drama para miles de niñas y niños que tienen en el sistema escolar el único medio efectivo para acceder a la cultura, la educación, y también a una alimentación adecuada a sus necesidades de crecimiento. Ante la incertidumbre de todas aquellas familias con dificultades de alimentar a sus hijos dentro de su propio entorno, es plausible la iniciativa suscrita entre la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y los ayuntamientos -resulta conveniente su recuento- de Albacete, Alcázar de San Juan, Herencia, Cuenca, Azuqueca de Henares, Bargas, Esquivias, Fuensalida, Illescas, Olías del Rey y Yuncos, para que más de 3.500 alumnos de estas once localidades puedan acudir durante los periodos vacacionales a los comedores escolares de todos estos centros y garantizarles la comida del mediodía. Comedores abiertos en periodo vacacional y en zonas con índices de pobreza o exclusión social importantes, que siguen funcionando gracias a la implicación de estas administraciones al subvencionar el importe parcial o total del coste del servicio. Ayuntamientos que justifican su labor institucional al servicio de los más desfavorecidos, aunque todavía su número resulte insignificante en el territorio de Castilla-La Mancha.
Una prevención de emergencia que llevan a cabo estas corporaciones locales, en colaboración con la Administración regional, imprescindible para atender una necesidad imperiosa como es la alimentación de una población infantil en situación de vulnerabilidad y carentes sus familias de los recursos y medios más necesarios. Una pobreza infantil que no sólo se manifiesta en una nutrición desequilibrada, igualmente en la soledad, reclusión, y la falta de interacción social que puede sufrir el menor dentro de su entorno más próximo. Una situación que afecta a las familias más humildes de la región, que se ven cada vez más desprotegidas en un contexto económico donde las desigualdades sociales resultan lamentablemente cada vez más evidentes. Una postura donde con mayor empeño deben hacerse notar las diferentes administraciones para su resolución, aunque hasta ahora en esta tierra resulte despreciable.