Permanecemos atentos en Castilla-La Mancha a una serie de episodios de ficción que para sí quisiera Neflix, aunque sus protagonistas no aparecen en carteleras de neón, ni optan a los premios Goya. Sus intérpretes en este caso son políticos y subalternos de guardia del Gobierno de esta tierra que acuden puntuales cada mes a la pantalla institucional para dar rienda suelta a su imaginación con proclamas acerca de la situación del mercado laboral en Castilla-La Mancha. Unos datos siempre halagüeños gracias a su bizantina forma de interpretarlos, naturalmente a beneficio de inventario, y bien distintos a la ingrata realidad por la que atraviesa esta tierra en materia laboral.

Castilla-La Mancha ha sido el pasado año la comunidad autónoma más deprimida del país en términos laborales. Una comunidad que ha registrado aumentos de paro en todas sus provincias respecto al año anterior, principalmente en Ciudad Real y Toledo, según datos del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social. Un total de 5.270 desempleados más en 2019 y un crecimiento interanual del 3,19 por ciento, frente a los 38.692 parados menos a nivel nacional y una reducción del 1,21 por ciento. Se trata de la menor disminución del desempleo en España desde 2012, lo que viene a confirmar que la desaceleración de la economía comienza a afectar a nuestro país. Unos datos que han encendido las alarmas de la patronal de Castilla-La Mancha, que muestran también su preocupación ante las medidas anunciadas por la coalición progresista del nuevo Gobierno del país. Unas propuestas que no son precisamente las mejores aliadas para el desarrollo de la economía, la inversión, y la generación de puestos de trabajo, según los empresarios.

Sin embargo, el Gobierno de esta Comunidad nos sigue ofreciendo cada mes datos del mercado laboral como si de un éxito de gestión plausible se tratase. Medias verdades para intentar camuflar una realidad perniciosa, como es la preocupante situación del desempleo en Castilla-La Mancha, y que posteriormente son refutadas por las estadísticas oficiales. Un mercado laboral extenuado, con un empleo cada vez más precario y extremadamente difícil para determinados segmentos de población. Una tendencia negativa del empleo difícil de atajar, salvo imprevisible aceleración de la actividad económica, incluso a pesar de los figurantes que puntualmente cada mes desde el púlpito gubernamental nos intentan convencer de lo contrario.