La sanidad de Castilla-La Mancha tiene cura
Estamos acostumbrados en Castilla-La Mancha a escuchar cada día de nuestros gobernantes discursos cargados de grandes elogios y buenos propósitos sobre sus actuaciones. Unos logros generalmente cosechados por encima de la media nacional, o a la cabeza de cualquier sector, si hacemos caso de los lenguaraces que lo promulgan desde el púlpito gubernamental. Así, es de señalar la franqueza y honradez institucional de dos destacados dirigentes socialistas a la hora de evaluar la situación del Sistema de Salud de esta tierra. Por un lado, la directora gerente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM), Regina Leal, que cifraba hace unos días en 200 los facultativos de atención primaria que esta región necesitaría en los próximos años, un “déficit estructural muy importante” para el sistema de salud de la Comunidad junto al de otras especialidades. De la misma forma, el presidente del grupo parlamentario socialista en las Cortes regionales, Fernando Mora, a denuncias de la oposición, constataba la evidencia de una listas de espera interminables, un problema generalizado en España al que el Gobierno regional está haciendo “un gran esfuerzo” para atajarlo.
El sistema sanitario de Castilla-La Mancha debido a sus carencias presupuestarias y a los recortes provocados por la crisis, pese a los años de bonanza posterior que no han sido revertidos, atraviesa una delicada situación que vienen denunciando continuamente los profesionales y organizaciones del sector. Con una escasez manifiesta de determinados especialistas, principalmente de atención primaria, unido a una sobrecarga asistencial, tensa sobremanera la capacidad operativa del sistema y de sus trabajadores. Una situación que el Gobierno regional parece incapaz de resolver y encontrar la respuesta necesaria a pesar del “gran esfuerzo” anunciado. Un impulso no obstante insuficiente para atender las crecientes necesidades de una población rural envejecida y dispersa, que provoca un aumento sostenido de las listas de espera, y que llevan al límite por su precariedad la capacidad de resistencia de nuestros facultativos. Una carencia de profesionales, especialmente de médicos de familia, que no se puede sostener hasta el horizonte de los cuatro o cinco años anunciados por la responsable del SESCAM.
Unas limitaciones que ponen en riesgo la valoración ciudadana de uno de los pilares esenciales del Estado de bienestar como es la sanidad. Los habitantes de Castilla-La Mancha llevan tiempo exigiendo los presupuestos y reformas necesarias para revertir el actual deterioro de los servicios sanitarios de esta tierra hasta parámetros de calidad asistencial aceptables. Esos para los que el Gobierno de esta región asegura estar haciendo grandes esfuerzos para conseguirlo, pero que el ciudadano de esta tierra lejos de atisbar sigue padeciendo.