Ignoro los procedimientos que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha emplea a través del organismo autonómico Film Commission para seleccionar las películas a las que el Gobierno regional concede jugosas subvenciones a fondo perdido. 100.000 euros en el caso de “La suite nupcial”, además de otras gabelas por parte de la Diputación, Ayuntamiento de Toledo y CMM en lo que acaso pueda resultar la más vergonzosa aportación al desprestigio del cine español de este país.

El film escrito, interpretado y dirigido por Carlos Iglesias, ha sido desde su estreno denostado por la crítica, aquella que se tomado la molestia de escribir algo sobre una película que recuerda aquellas jurásicas españoladas de Esteso y Pajares. "Un vodevil de otro tiempo, seguramente sin parangón en el último cine español (...) Rancia en sus situaciones, ridícula en sus diálogos y pedestre en su puesta en escena", se despachaba Javier Ocaña en El País, entre otras opiniones igualmente devastadoras. A los críticos se han unido igualmente los espectadores que desde el primer día han dado la espalda a semejante bazofia. El primer fin de semana de su estreno (10-12 enero) “La suite nupcial” fue exhibida en 60 salas españolas con una recaudación de apenas 50.000 euros. El siguiente (17-19 enero) la caja descendió un 58 por ciento, hasta situarse en 20.749 euros en las 67 salas donde se exhibía.Del pasado carecemos de datos, pero la gráfica de taquilla puede adivinarse con valores mucho más bajos.

En la ceremonia de entrega de los premios Goya, nuestro más distinguido y premiado realizador manchego, Pedro Almodóvar, reclamaba este sábado un mayor apoyo de las instituciones públicas al cine español, refiriéndose desde luego a otro tipo de realizaciones bien distintas a la “La suite nupcial”. Muy caro ha resultado para las arcas autonómicas la alfombra roja -verde en esta ocasión- desplegada para acoger en el preestreno del film al presidente de esta región y séquito acompañante. Un gesto debido de la productora a sus benefactores por tan generosa como desinteresada aportación institucional que probablemente supere lo recaudado en taquilla por el film. Una película de la que tan sólo se salvan el paisano José Mota, y las panorámicas de la ciudad de Toledo donde está ambientada.