Las cifras de desempleo registradas el pasado mes en Castilla-La Mancha no dejan lugar a dudas. Unos números que refrendan la contención de un mercado laboral que ya se prolonga en el tiempo, incluso a pesar de la hojarasca que cada mes nos sueltan para camuflar unos datos malos y preocupantes. Una realidad bien distinta a la proclamada cada vez desde el púlpito institucional, y que en enero supuso un aumento de 7.276 personas desempleadas, un 4,27 por ciento más que el mes anterior, hasta un total de 177.587 parados, según el Ministerio de Trabajo y Economía Social. Un paro que afecta principalmente a las mujeres y menores de 25 años, en una región con una de las mayores tasas de desempleo del país. Un mes que ha provocado en España los peores datos de paro registrados desde tiempos de la crisis en 2013.

Como “la sinceridad nunca ha figurado entre las virtudes políticas, y las mentiras han sido siempre consideradas en los tratos políticos como medios justificables”, en opinión de la filosofa alemana y teórica política Hannah Arendt, la economía de la región, como el desempleo, igualmente es motivo de manipulación por idénticos discursistas. Castilla-La Mancha fue en 2019 la comunidad, tras Extremadura, con un menor crecimiento en España, el 1,4 por ciento, cuatro decimas menos que la media nacional, según la estimación del PIB hecha pública por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Una proyección que arrastra desde 1955 cuando la región con mayor renta per cápita en España era el País Vasco, seguida de Madrid, Cataluña y Navarra, mientras que las más pobres eran Extremadura, Galicia, Castilla-La Mancha y Canarias. Sesenta y tres años más tarde, las regiones que ocupan los extremos del ranking de renta siguen siendo en buena parte las mismas, aunque con algunas novedades y pequeños cambios en su ordenación, destaca el último trabajo de Fedea, La dinámica territorial de la renta en España, 1955-2018.

¿Por qué el discurso político, principalmente en economía y empleo, suena tan poco creíble en Castilla-La Mancha? Seguramente porque los castellano manchegos estamos acostumbrados escuchar a unos políticos que, gobierno tras gobierno, no paran de aturdirnos con declaraciones plenas de palabrería hueca y pose impostada para la galería o sus seguidores. Una ficción teatrera que baja el telón cada vez que conocemos el verdadero guión por el que transcurre la realidad de esta región.