El coronavirus se ha convertido en un arma arrojadiza entre las distintas formaciones políticas y su fractura puede lastrar su recuperación. También en Castilla-La Mancha, en la que la crisis no ha servido para apaciguar el crispado clima político habitual. Una disposición donde sigue primando la oratoria y la pedagogía política -meras baratijas para encandilar a incautos- entre las distintas fuerzas políticas. Un relato que se mantiene igualmente inalterable en tiempo de coronavirus.
Mientras el enfrentamiento no cesa, Castilla-La Mancha se sitúa entre las regiones en España más castigadas por la pandemia -con mayor exceso absoluto y uno de los peores en relativo de fallecimientos por el Covid-19-, los decesos en residencias se identifican cada vez más dramáticos y numerosos, y los sanitarios de la región y otros colectivos no se han cansado en denunciar angustiados la falta de utensilios clínicos y otras carencias del sistema, a pesar de tantas medidas, anuncios y millonarias adquisiciones.
Al habitual lenguaje del Gobierno autonómico -siempre "mejor que la media nacional”-, se une también el crítico de la oposición acusándole de mentir, engañar, ocultar y manipular datos de número de muertos e infectados en la crisis sanitaria en la región. Unas diferencias que vienen a demostrar que su empeño en la batalla, incluso en situaciones dramáticas, sigue inalterable entre los políticos.
No es tiempo de relatos por parte del Gobierno regional y las fuerzas políticas y sociales de Castilla-La Mancha confrontadas a cuenta del coronavirus. Mucho más en unos momentos donde los castellano manchegos, como el resto de población, está sufriendo un cambio profundo en sus vidas tras enfrentarse confinados a un mundo irreal, inédito e incierto. Ciudadanos y colectivos que lamentan los cientos de fallecidos y miles de afectados en la región por la pandemia, mientras practican cada día la solidaridad, generosidad y empatía con el personal sanitario, policía, de servicios y organizaciones más necesitadas.
No pongo en duda la dura labor y la buena fe de un Gobierno desbordado para frenar el coronavirus en Castilla-La Mancha, una crisis que precisa como nunca de la colaboración más amplia de la oposición para salir adelante. Sería así aconsejable que el manido y habitual relato que nos tiene tan acostumbrado Gobierno y oposición fuera en estos momentos menos crispado, más eficaz y mucho menos dogmático.