El aspirante aseguraba concurrir a la convocatoria muy bien preparado, incluso por encima de la media nacional como es su costumbre, pero el Tribunal le he suspendido en tres de las cinco asignaturas en las que se presentaba: Toledo, Albacete y Ciudad Real. Tan solo Cuenca y Guadalajara han superado el examen. Y la calificación, al revés que en otros opositores, no ha parecido molestar a sus valedores, resignados con el veredicto y listos para una nueva reválida.
Sirva la metáfora como retórica del anuncio del Ministerio de Sanidad denegando con razones objetivas la solicitud de Castilla-La Mancha para aligerar el confinamiento en todo su territorio. Tan solo Cuenca y Guadalajara han podido acceder a la fase I de la desescalada. Un chasco para ciudadanos y pymes de las provincias excluidas en la región, pues ante la insistencia de su Gobierno creían cumplir con suficiencia los criterios de capacidad, recursos, y eficiencia suficientes en su sistema sanitario para abandonar la fase O de la desescalada.
Un error debido al intento del ejecutivo de Castilla-La Mancha de exhibir supuestos logros durante la pandemia que se han dado de bruces con una realidad manifiesta puesta ahora al descubierto en estas tres provincias. Territorios en los que su situación epidemiológica todavía no es la adecuada, y donde el virus ha provocado un “impacto importante” en sus servicios sanitarios, según el director del Centro de Emergencias Sanitarias del Ministerio, Fernando Simón.
Las comunidades podrán a partir de este lunes remitir la documentación pertinente para revisar la calificación y desbloquear el paso a la siguiente fase de los territorios que se han quedado atrás. Así lo ha puesto también de manifiesto el Gobierno regional que, escrutado su sistema de salud ante la pandemia, debe ahora evitar cualquier competición por una desescalada que ponga en riesgo a sus ciudadanos. Una disputa por lo que se ve que no todos los políticos entienden.