Abiertos bajo determinadas condiciones debido al Covid-19, los 20 centros comerciales de Castilla-La Mancha han reanudado su actividad comercial no sin cierta inquietud por parte de las pequeñas tiendas abiertas en sus instalaciones.
Al cierre obligado por la pandemia y al desplome de sus ventas, estos establecimientos se enfrentan ahora a unas difíciles negociaciones con los propietarios de los centros comerciales, socimis españolas en su mayoría, que se muestran, salvo casos excepcionales, inflexibles a rebajar, suspender, o negociar el precio del alquiler de estos locales durante el tiempo que han permanecido cerrados y de los meses siguientes a su reanudación. Unas condiciones en las que quedan excluidos los grandes grupos textiles o de restauración, que por su capacidad de convocatoria al centro tienen contratos diferentes a los particulares, donde la renta del local se estipula en función de las ventas de cada establecimiento.
Los acuerdos firmados en su día juegan a favor de la propiedad. El contrato de alquiler suscrito incluye avales ante posibles impagos, lo que permite al centro comercial salvar cualquier tipo de negociación y ejecutar cuando estos se produzcan. Incluso, los arrendadores tienen rubricados una cláusula de permanencia de preceptivo cumplimiento de entre tres y cinco años, de tal forma que si un establecimiento pretende echar el cierre antes, queda obligado a pagar el alquiler durante el tiempo que no ha cumplido, o a seguir abierto perdiendo dinero. Unas condiciones leoninas que ahora tratan de negociar las asociaciones que representan a todos los comercios y restaurantes afectados en los centros comerciales de toda España.
Unas moratorias de pago, al margen de las aprobadas por el Gobierno que consideran insuficientes, que pretenden consensuar dentro de un marco legal que les permita mejorar estos compromisos en unos momentos sumamente difíciles para estos pequeños comerciantes, y también por los puestos de trabajo que están en juego. Unas negociaciones que, sin embargo, intentan esquivar los centros comerciales ante los avales y fianzas que disponen de sus inquilinos listos y suficientes para su inmediata ejecución. La catarsis a que obliga la pandemia en este país y la depresión económica provocada, debería servir para reflexionar y entender la situación en la que se encuentran unos establecimientos que atraviesan momentos muy difíciles y con unas expectativas de ventas todavía escasas. Pequeños comercios que solicitan ayuda en un momento excepcional para acotar de alguna manera la fuerza actual de los centros comerciales ante cualquier negociación. Un apoyo imprescindible para afrontar con ciertas garantías la calamidad que la pandemia está suponiendo para sus respectivos negocios.