En la política de Castilla-La Mancha conviven un grupo de propagandistas que cada día nos dan muestras sobradas de sus capacidades divulgadoras. Encumbrados en el púlpito institucional y sin rubor alguno nos enumeran sus proezas, las de la institución o el partido al que representan, a partir de promesas y proyectos millonarios, cuantiosas subvenciones, creación de puestos de trabajo, y objetivos cumplidos, naturalmente, por encima de la media nacional o, incluso, a la cabeza del resto de territorios. Tan halagüeña situación nos haría reflexionar a los castellano-manchegos que la región donde residimos pilota el desarrollo y la prosperidad social en este país. Mas cuando vamos conociendo la realidad de esta tierra, menos creemos en lo que nos pregonan cada día.
El panorama regional por desgracia es muy diferente a la lírica institucional que nos proclaman. Con cifras de paro brutales –entre 20.000 y 32.000 más durante el bienio 2020-2021, según un informe de BBVA- y una generación que avanza con la perspectiva de vivir peor que las anteriores, Castilla-La Mancha acumula una deuda pública galopante: 15.557 millones al término del tercer trimestre, según datos del Banco de España, el 39,7% del PIB, la cifra más alta hasta ahora. Un PIB que podría caer al final de año entre un 6,4% y un 9%, conforme las previsiones de BBVA, y un déficit al término de 2020 del -0,5% y del -1,4% al año que viene, como prevé la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), nos da idea de la verdadera radiografía de esta región.
Un escenario que convierte a nuestra Comunidad en una de las regiones menos competitivas del país. Un informe elaborado por el Consejo General de Economistas sobre la competitividad regional en España 2020, que mide 53 indicadores en 7 ejes diferentes (entorno económico, capital humano, mercado de trabajo, entorno institucional, infraestructuras, eficiencia empresarial e innovación) sitúa a Castilla-La Mancha antes de la covid-19 entre las regiones menos competitivas del país, con previsiones aún peores al término de 2020 por la pandemia.
Cada día se hace más insoportable la utilización por parte de nuestros políticos de expresiones que aumentan la creciente desafección de los ciudadanos hacia ellos, además de revelarse ineficaces por lo que vamos conociendo. Discursos y datos llenos de palabrería esperanzadora que avanzan en dirección contraria a la realidad que vivimos, agravados por una pandemia que nos asola. Deseos y realidad que no se concilian en Castilla-La Mancha, y que aparecen demasiado vinculados a los intereses de partido y bastante alejados de los nuestros. Una ceremonia de confusión insuficiente para salir de la depresión social y económica que atraviesa esta tierra donde sobra la palabrería y escasos son los resultados.