Presume de roquete el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, cuando sostiene su condición de “monaguillo” en el templo de la política, donde “sólo hay un jefe para España”, entiéndase Pedro Sánchez. Pero no parece que la condición de acólito en la que pretende integrarse Page le identifique cabalmente.
Nadie espera la próxima semana verle desfilar en la procesión del Corpus portando un matacandelas para apagar las velas de la Custodia, tocando la campanilla en la elevación, o agitando con brío el incensario. Muy al contrario, espera seguir haciéndolo como presidente de Castilla-La Mancha salvo que el “jefe” y los de “la M-30 para dentro” no se lo permitan, según manifestó el dirigente sin atisbo de desasosiego alguno por el anuncio. Una determinación que no ha hecho perder el tiempo a los tirabuleiros socialistas de esta tierra que llevan tiempo alborotando su nominación sin recato alguno.
Se aproximan las elecciones municipales y autonómicas y los candidatos mutan a conveniencia. Con Ciudadanos en vías de extinción y Podemos aún en la lona recuperándose del sopapo recibido en la anterior contienda electoral, a García-Page le esperan en Castilla-La Mancha otros dos acólitos de mucho cuidado. Al consabido PP de Paco Núñez se une ahora VOX, un rival a su derecha que disputa con éxito a los populares el terreno en la región. Una posición alcanzada por la creciente influencia que el partido de extrema derecha está teniendo en las instituciones de otros territorios, gracias precisamente a los acuerdos suscritos con el propio PP. Formaciones en cualquier caso que, llegado el momento, parecen condenadas al entendimiento en esta tierra, convirtiendo a VOX en cooperador necesario de los populares para desbancar al PSOE y alcanzar el gobierno de Castilla-La Mancha, como ha ocurrido en Castilla y León.
Mientras, se suceden en los partidos encuestas, estudios cualitativos sobre intención de voto, preocupaciones y liderazgos sin excesiva credibilidad, donde las escaramuzas hasta el próximo mes de mayo se prometen cada vez mayores. Un discurso confuso en el que prevalece el nerviosismo, y donde las contradicciones, titubeos y enfrentamientos son continuos. La cuestión no es baladí, pues el mapa de pactos territoriales en las próximas elecciones autonómicas y municipales puede hacer cambiar de forma sustancial los gobiernos socialistas que ahora predominan en las diferentes administraciones de la región. Un relato que va calando entre las baronías populares, incluida la de Castilla-La Mancha con VOX a la expectativa, donde su objetivo común es “echar al socialismo” salvo que Emiliano, el monaguillo, consiga impedirlo por tercera vez.