Podía ser una buena ocasión para que Netflix incorpore a su plataforma alguna serie que inmortalice el inusitado acontecimiento político que este país ha asistido en los últimos días. Como intérpretes principales: Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, y Alberto Núñez Feijóo, el líder nacional del Partido Popular, junto a un elenco de postín de secundarios con frase. Mas no parece ser ahora el mejor momento para el género. Los productores de la serie sobre Pedro Sánchez siguen todavía buscando una televisión o plataforma en streamin que quiera emitir el reportaje. Al parecer, la audiencia de las entrevistas concedidas por el líder del Ejecutivo a las diferentes televisiones donde acude cae en picado, rebelando un declive progresivo. Si hace un año Sánchez superaba siempre la barrera del 10% de audiencia, las últimas apenas rebasan el 6%. Con semejante expectación las televisiones privadas tampoco quieren ahora identificarse con el Gobierno a pocos meses de unas elecciones.
Pero vayamos a lo nuestro. Tras tachar Pedro Sánchez al presidente nacional del PP de “mala fe” e “insolvencia”, y rechazar a continuación García-Page la incapacidad de Núñez Feijóo -del que tiene “un buen concepto en lo político y en lo personal”-, los dos socialistas han provocado otra grieta en la hoja de ruta entre el Gobierno, el propio partido y el presidente de Castilla-La Mancha. El acontecimiento ha servido también para que García-Page protagonice una curiosa paradoja: ser demonizado por un lado con mayor o menor vehemencia por políticos de su propia formación como Ximo Puig, Guillermo Fernández Vara, y Patxi López, además de otras fieles y socios de gobierno de Sánchez, mientras por otro es aplaudido por los del PP como el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida y del propio Feijóo, agradecido.
Cuida con esmero Emiliano García-Page al electorado de Castilla-La Mancha con vistas a las próximas elecciones. Votantes que huyen de gobiernos construidos con los extremismos y disfunciones que imperan en el actual Gobierno de la nación. Una circunstancia que ya demostraron en su propia tierra apeando a Podemos del gobierno regional en las anteriores elecciones autonómicas. Ante un mayoritario electorado conservador en la región, García-Page se pone la venda con estas actitudes, anticipándose a que la herida cunda a mayores en forma de una posible derrota electoral. Mas el apósito no tape al presidente de los déficits, endémicos alguno de ellos, por los que atraviesa esta tierra, sus ciudadanos y tejido productivo. Además de Feijoo, también ellos precisan de reparaciones que mejoren en este caso su vida y condiciones. Y con mayor motivo.