Sabiendo que tal vez sea su última oportunidad para alcanzar el gobierno de Castilla-La Mancha, el candidato del PP a la Comunidad, Paco Núñez, se encomienda a lo excepcional para conseguirlo, incluido VOX, que no se haya precisamente en los altares para su veneración. Y no van mal encaminadas las rogativas de los populares ante la incertidumbre que en esta tierra se vislumbra para las próximas elecciones autonómicas, aunque para ello tenga que pactar con la formación de ultraderecha, denostada en su momento. Así, no llama ahora la atención que entre la nueva promoción del PP, el candidato Núñez entre ellos, sea frecuente la expresión “sin complejos” con la que los populares intentan recuperar o revalidar el poder en ayuntamientos, comunidades autónomas e incluso el Gobierno de España.
Igualmente, el candidato del PP en Castilla-La Mancha da por hecho el pacto con VOX tras los próximos comicios autonómicos -supongo que también en los locales- “si la mayoría de los castellano manchegos no quieren que el socialismo gobierne en la región”. Y lo expresa, en efecto, en voz alta, sin complejo alguno, como quien suplica una jaculatoria para revolverse de cualquier sensación de culpabilidad. No hay duda, los pactos con VOX han quedado definitivamente persignados por los populares, incluso a pesar de la “primera impresión” del Gobierno de Castilla-La Mancha de que la formación de Santiago Abascal ha renunciado a la plaza castellano-manchega a la vista del candidato elegido. Todo un “desconocido”, según la portavoz Blanca Fernández, en lugar de un aspirante de “primer nivel nacional” como se anunciaba a Javier Ortega Smith. Mas de figuras no va el encuentro, pues la grada conservadora anda abundante de hinchas.
Desaparecido Ciudadanos -al menos así lo señalan las encuestas publicadas- los populares y asociados se enfrentan en Castilla-La Mancha a un PSOE cuya gestión de Gobierno es valorada con reservas por los castellano-manchegos, peor que hace cuatro años, aunque no así su presidente al que aprueban mayoritariamente, según el último sondeo del CIS. También enfrente de una amalgama de formaciones de izquierdas aún sin definir, una especie de camarote de los hermanos Marx -"¿cómo desea las uñas, cortas o largas?"- en el que un día pactan, al segundo disienten, y al tercero se tiran los trastos. Una disposición que reporta una incertidumbre absoluta ante lo que pueda ocurrir en este tierra el próximo mes de mayo.