Corren tiempos convulsos para Unicaja, el banco en el que quedaron integrados CCM y Liberbank, entidades de referencia en su día para Castilla-La Mancha. En plena crisis institucional por el cese de cuatro de sus consejeros dominicales por “falta de confianza”, entre las que se encuentra la castellano manchega Petra Mateos, y a la espera de que el Banco Central Europeo dé el visto bueno a los nuevos consejeros propuestos por el banco malagueño, Unicaja se enfrenta ahora a una estruendosa agitación interna.
Mientras llega el plácet del supervisor para la formación definitiva del gobierno del banco y poder dar así por concluida esta crisis institucional, sus trabajadores se revelan ante las condiciones impuestas por la entidad para el desarrollo de su actividad profesional. Una situación que ha obligado a los sindicatos mayoritarios de Unicaja a convocar movilizaciones coincidiendo con la temporada de presentación de resultados anuales. Un llamamiento que igualmente han registrado los representantes de los trabajadores de Caixabank, Ibercaja y Abanca, “exigiendo” todos ellos soluciones que alivien el impacto que la elevada inflación está teniendo en sus respectivas plantillas. Los sindicatos convocantes pretenden alcanzar convenios colectivos similares a los suscritos a finales del pasado año por la Asociación Española de la Banca y las Asociaciones de Cooperativas de Crédito y Cajas Rurales. En ambos casos, se tomó la iniciativa de una subida salarial del 4,5% para este año con el fin de paliar a sus trabajadores los efectos de la elevada inflación.
De la misma forma, ante el gran cambio en la red de sucursales que Unicaja pretende llevar a cabo con hasta 12 tipos diferentes de oficinas especializadas, CSIF, UGT y CCOO también se muestran en contra del nuevo modelo. Los sindicatos calculan que más de 250 trabajadores abandonarán las sucursales para ocupar puestos de “gestores remotos”. Una actuación que vulnera sus derechos laborales al “imponer” horarios, categorías, y destinos impuestos por la entidad financiera sin negociación mediante con los representantes de los trabajadores.
Tras una profunda crisis de reputación consecuencia de la drástica remodelación de trabajadores y red de oficinas llevada a cabo por el quinto banco español, Unicaja se enfrenta ahora a una crisis intestina, más interesados sus directivos en ganar la batalla final por el poder de la entidad que en solventar las justas reivindicaciones de sus trabajadores. También, el de una parte de sus clientes que siguen denunciando que la atención prometida ante el cierre de numerosas oficinas en tantas poblaciones dista mucho del protocolo suscrito en su día por el banco para reforzar el compromiso social y sostenible de la entidad con todos estos territorios.