Sostienen los libros de urbanidad en este país que “buen porte y buenos modales abren puertas principales”, mas las maneras que el líder y candidato de Unidas-Podemos en Castilla-La Mancha, José Luis García Gascón, emplea para intentar abrir las del Convento de Gilitos el próximo 28-M mucho me temo que tan sólo le servirán para acceder, cuando le convoquen, a la tribuna de invitados de las Cortes autonómicas, como así reconocen todas las encuestas publicadas. Unos sondeos que igualmente le imposibilitarían “vetar”, como es su intención, la posible investidura como presidente de Emiliano García-Page si de Podemos dependiese su nombramiento.

El líder podemita en la región, a falta de otros argumentos, ha elevado la crispación a sus peores niveles en esta tierra protagonizando una especie de exhibicionismo político contra el presidente de Castilla-La Mancha. Una manifestación donde más que una pelea de gallos ha resultado ser una demostración de impotencia política por parte del representante en la región de un proyecto político en vías de extinción tras el lanzamiento de Sumar y de la candidatura presidencial de su líder, Yolanda Díaz.

La lucha por el poder es indisociable de la intriga y las inquinas, mas cuando la política y el discurso de odio se fusionan, los resultados pueden resultar despreciables. Como el calificar García Gascón de “prenazi”, entre otros exabruptos plenos de aversión, al presidente y candidato socialista al Gobierno de Castilla-La Mancha, llegando incluso a compararlo con los freikorps alemanes que en 1919 ejecutaron a la célebre activista del marxismo, Rosa Luxemburgo. El dirigente podemita incluye el odio en sus discursos e ideas ante la cada vez mayor pérdida de influencia en esta tierra del partido que representa y también el de su propia capacidad de liderazgo.

Cuando los márgenes para hacer política se estrechan y la durabilidad del cargo cada vez más inestable, políticos como García Gascón intentan construir liderazgos alrededor de relatos inútiles como programa aunque plenos de ruido, odio y descalificación.