Galeones, navíos, carabelas, galeras… fueron diversos los tipos de barcos que ayudaron a nuestro país a mantener cohesionado su imperio de ultramar. Embarcaciones punteras en su época y lista su tripulación para enfrentarse a cualquier peligro en altamar. Son los casos de la “Pinta, Niña y Santa María”, las tres carabelas que utilizó Cristóbal Colón para descubrir una nueva ruta hacia las Indias. O de “La victoria”, uno de los cinco barcos en dar la vuelta al mundo capitaneado por Fernando de Magallanes, en 1519. También “El Glorioso”, uno de los barcos españoles que pasó a la historia por haber sido capaz de humillar a una docena de barcos británicos para proteger su carga. Una gesta que fue alabada incluso hasta por los propios ingleses.

Son tan solo algunos ejemplos de barcos que han pasado a la historia de la navegación de nuestro país. Un relato al que ahora llama a su puerta con inusitada insistencia otra embarcación de difícil catalogación dentro de este selecto club de navíos trascendentales, pues sigue manteniendo a cero su cuentamillas e impoluto su estado de conservación. En efecto, me refiero al “Rio Uso”, propiedad de la Diputación de Toledo. Una nave construida en 2015 por decisión del presidente de la Corporación provincial de la época, el popular Arturo García-Tizón.

El navío estaba destinado a navegar por el embalse de Azután, con el fin de promocionar el yacimiento arqueológico hispano-musulmán de Ciudad de Vascos en la provincia de Toledo. Un barco de 15 metros de eslora, capacidad para 60 pasajeros y un costo cercano a los 350.000 euros, que ha salido a subasta en diez ocasiones y con descuentos cada vez mayores. Mientras, la nao sigue varada en aguas del Cantábrico, previo pago de unas tasas anuales de amarre al club náutico de Ribadeo de unos 4.000 euros.

Sobre el barco se desataron alguna que otra tormenta de ideas para su puesta en funcionamiento y utilidad. Fue clamorosa la del exdiputado provincial, exconcejal de Ciudadanos y promotor fallido de la formación municipal “Primero Toledo”, Julio Comendador. Tal vez fascinado por algún paseo en bateau mouche que el edil haya podido realizar por el río Sena, pensó trasladar la magia parisina o de otros espléndidos entornos fluviales a las aguas de nuestro deplorable rio Tajo a su paso por los barrios de Safont, Santa María de Benquerencia y Azucaica de la capital regional. Naturalmente, ni el presidente que sustituyó en la Diputación a García Tizón, el socialista Álvaro Gutiérrez, envió grúa alguna hasta Ribadeo para remolcar la nave, ni el Ayuntamiento capitalino decidió incluir los paseos en bateau por el Tajo dentro del bono municipal de transportes de la ciudad. Tampoco la Administración regional dispuso amarrarlo en el puerto de Benidorm para disfrute de nuestros jubilados por aguas mediterráneas.

Una situación que la nueva presidenta de la Diputación de Toledo, María Concepción Cedillo, pretende ahora corregir y recuperar el proyecto. Veremos qué soluciones propone. Hasta tanto, el “Río Uso” lleva también camino de entrar en la leyenda, aunque por motivos bien distintos y menos intrépidos que los de sus predecesores en la historia de la navegación de este país.