Son muy dados algunos dirigentes de Castilla-La Mancha a poner por las nubes desde el pulpito institucional los logros y realizaciones diversas por parte del Gobierno regional, generalmente por encima de la media nacional sino a la cabeza interterritorial. Ante tamaña locuacidad de estos singulares juglares, bien se podía pensar que Castilla-La Mancha es modelo de desarrollo y bienestar de sus ciudadanos. Mas cuando el que habla no se encuentra en la nómina del gobierno las conclusiones son bien distintas.

Una de estas voces la acabamos de escuchar del último informe de la Red Española de la Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social, un organismo que aglutina a más de ocho mil entidades sociales. Y en este caso, la largueza de nuestros políticos a la hora de elevar la región hasta las alturas choca de nuevo con la realidad de Castilla-La Mancha, una comunidad que soporta elevadas tasas de pobreza y/o exclusión (AROPE), “siempre muy por encima de la media nacional” y en lugares relativamente elevados en el orden regional.

En concreto, un tercio de su población –648.000 personas, el 31,6%- se encontraban en esta situación al término del pasado año, según el informe. Un porcentaje que sitúa a Castilla-La Mancha entre las cuatro regiones españolas con mayor proporción de población en riesgo de pobreza y/o exclusión, por encima del 26% de la media nacional (12,3 millones de personas en todo el país) y tan sólo por debajo de Extremadura, Canarias y Andalucía.

Los datos son tozudos respecto a la dimensión estructural de este fenómeno en España, con Castilla-La Mancha como uno de los peores ejemplos de una latente desigualdad territorial. El resultado es que en 2022 nada menos que un tercio de la población de Castilla-La Mancha sufría carencias materiales severas, vivían en riesgo de pobreza y tenían serios problemas para llegar a fin de mes.

Mientras la pobreza en Castilla-La Mancha siga enquistada y se transmita de generación en generación, y las desigualdades sociales y territoriales se hagan cada vez más evidentes, la sociedad que sale de ella será siempre más desigual. El mejor caldo de cultivo para seguir agrandando aún más la brecha norte-sur que tradicionalmente divide a este país. Que uno de cada tres castellano manchegos estén en riesgo de pobreza resulta un dato perturbador para esta tierra.