La presencia de representantes de los poderes públicos en la conmemoración de ritos católicos es un hábito que se extiende por todo el país. Así, resulta frecuente contemplar contritos a sus comisionados desfilando en procesiones, asistiendo a misas, dándose golpes de pecho, aunque igualmente bebiendo en botijo las aguas de los aljibes catedralicios, tirando cohetes o comiendo tostones en romerías. Corporaciones en pleno para rendir honores a cristos, vírgenes, santos y demás martirologio. Una participación que tiene su representación más concurrida en las procesiones de Semana Santa, donde nuestros políticos suelen hacer horas extraordinarias tras los pasos más relevantes.
Naturalmente, Castilla-La Mancha no es una excepción, y el plantel de políticos de todas las administraciones desfilado tras estas conmemoraciones es sobresaliente. Un ejemplo explícito de estas costumbres nos la evidenció en su día el expresidente de la Comunidad, José Bono, pío a carta cabal e incondicional de la jerarquía católica. Su presencia en estas celebraciones era habitual en las ferias, fiestas y demás ritos religiosos celebrados en la región, y su recogimiento durante el recorrido tal cual avezado parroquiano. Su ejemplo perdura y no se queda atrás el actual mandatario de la región, Emiliano García-Page, asiduo igualmente en estas evocaciones, como la de tantos otros alcaldes, diputados y concejales en esta tierra.
Sin embargo, el portavoz municipal de Izquierda Unida-Podemos en el Ayuntamiento de Toledo, Txema Fernández, pretende que desaparezca tamaña contemplación de nuestros políticos en actos religiosos. No es la primera vez que el concejal insiste sobre esta obsesión, y en pasado pleno municipal del Ayuntamiento capitalino presentó una moción exigiendo que los representantes de la Corporación se abstuvieran de asistir a actos litúrgicos de cualquier confesión religiosa, en nombre de la Institución municipal. De la misma forma, reclama al Ayuntamiento que no se promuevan ni ritos ni celebraciones religiosas de ningún tipo, exclusivamente de carácter civil. Naturalmente, la moción fue rechazada por goleada.
Yerra de nuevo el resuelto edil de IU-Podemos en sus pretensiones de rescindir la fe de nuestros políticos, aunque sea de forma aparente. Una tradición que tiene más de interesado exhibicionismo que del fervor religioso de sus protagonistas. Pura parafernalia en definitiva que no da para alcanzar el cielo, pero ayuda a ganar elecciones en Castilla-La Mancha.