¿Qué castellano-manchego ha jugado un papel clave en la detención de Puigdemont?
El ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, fue detenido el domingo en suelo alemán gracias a la acción conjunta de una veintena de agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), la Comisaría General de Información (CGI) y la División de Cooperación Internacional del Cuerpo Nacional de Policía, en colaboración con las fuerzas de seguridad y servicios secretos de varios países. El CNI, tal y como adelantó en su momento el diario La Razón, no ha perdido el rastro de Puigdemont en los últimos meses, desde que «fijó» su residencia en Bruselas y, posteriormente, en Waterloo.
Un equipo del servicio secreto español que dirige Félix Sanz Roldán le había «acompañado» a Puigdemont hasta Finlandia, donde el viernes pronunció una conferencia y donde le pilló la reactivación de la euroorden de detención contra él. De pronto, algo truncaba de forma indeseada sus planes y no se lo pensó dos veces: había que volver cuanto antes a Bélgica, según ha desvelado La Razón. Descartó el avión, aunque tenía billete. Siempre «escoltado» por los agentes del CNI a los que se habían unido los de la Policía, en una estudiada división de misiones, emprendió viaje hacia Estocolmo. Allí, abordó un automóvil, acompañado de, al menos, dos personas, que previsiblemente debían formar parte de su servicio de seguridad particular. Se estudió la posibilidad de arrestarlo en Dinamarca, pero, ya que se dirigía a Bélgica a través de Alemania, se prefirió esperar a que estuviera en territorio germano. La legislación de este país favorece a España en este caso.
Para su desplazamiento, utilizó un Renault Space, con matrícula belga. Un vehículo con el que se le ha visto desplazarse habitualmente por Bruselas y Waterloo. Finalmente, una vez atravesada la frontera desde Dinamarca, fue detenido a las 11:19 en un control policial que se había colocado, en el término municipal de Schuby, a 30 kilómetros de la línea fronteriza, en la autopista A-7. Lo formaban agentes de dirigidos por la BKA. En un primer momento, fue llevado a unas dependencias cercanas hasta que fue trasladado a una comisaría, desde la que realizó llamadas a sus abogados. Después, fue conducido a unas dependencias anexas a una cárcel cercana a Kiel, explica el diario de Planeta.
Para el seguimiento de Puigdemont, se han utilizado medios técnicos que no se han precisado pero que, según especialistas, pueden ser balizas («chicharras» en el argot policial); o la señal que emitía el teléfono del ex presidente, aunque lo tuviera apagado. La baliza consiste en un dispositivo que se coloca en el automóvil que se quiere seguir. Emite una señal en una determinada frecuencia que es captada por un aparato que llevan los encargados de controlar los movimientos de la persona que es objeto de investigación. Permite hacerlo a varios kilómetros, a una distancia en la que no se puede observar por el espejo retrovisor a coches sospechosos. La perfección y el pequeño tamaño de estos artilugios hace muy difícil su detección salvo que el vehículo en cuestión sea elevado en un taller y examinado por un especialista.
La colaboración internacional ha sido fundamental para el éxito de la operación. Los agentes del CNI se pusieron en contacto con sus homónimos germanos del Verfassungsschutz (servicio de protección de defensa de la constitución) y los de la CGI con Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA) para que Puigdemont y sus acompañantes entraran sin problemas en Alemania.