Historiador, bibliotecario y autor de varios blog en los que ha dejado escritos decenas de artículos, Antonio Casado ha publicado este mes de enero un largo e interesante post titulado "Precisiones sobre la Archidiócesis Primada y el santuario de Guadalupe" que pone claridad a un debate que ha vuelto a reabrirse con el nombramiento del nuevo arzobispo de Toledo, el cacereño Francisco Cerro Chaves, firme partidario de separar Guadalupe de la diócesis primada.
Antonio Casado cree que "el papa Francisco, como buen jesuita, no da puntada sin hilo, con lo que el nombramiento para la Sede Primada del actual obispo de Coria-Cáceres (una diócesis que fue sufragánea de la Archidiócesis de Toledo hasta su traspaso en 1994 a la nueva archidiócesis de Mérida-Badajoz) podría interpretarse como un posible respaldo a las reivindicaciones "extremeñistas" que reivindican la "devolución" a Extremadura del santuario de la Virgen de Guadalupe, patrona de la región, que depende de la Archidiócesis Primada de España. Pero cierto es que el papa nunca se ha pronunciado al respecto".
El artículo de Casado, que recomendamos especialmente a los que siguen el debate sobre el futuro del santuario, hace una exposición muy clara sobre la "geografía Eclesiástica" de España, muy distinta a la "Geografía Política", y recorre la historia de la diócesis hasta llegar a la reivindicación del movimiento GuadalupEX que desde hace años piden su "devolución". Entrecomilla "devolución", dice, "porque no se puede devolver lo que nunca se ha tenido".
En el párrafo final el autor expone su posición de forma rotunda a la vez que denuncia los movimientos políticos y populistas que pretenden interferir en la marcha de la Iglesia, en línea con la posición del arzobispo saliente, Braulio Rodríguez. "Estoy seguro -dice Casado- de que tanto el papa Francisco como el anterior obispo de Coria y nuevo arzobispo de Toledo saben sobradamente que la politizada y populista reivindicación del movimiento GuadalupEx no tiene razón de ser, ni desde el punto de vista histórico, ni desde el de la Geografía Eclesiástica o la Mariología. Así pues ¿qué van a hacer? ¿Darán el brazo a torcer ante los políticos extremeños y ante quienes se empeñan en una reivindicación populista que poco o nada tiene que ver con el culto? ¿Abrirán la puerta para que, a partir de ahora, cualquier político local se crea con derecho a interferir en la organización interna de la Iglesia y a pedir el cambio de sus límites territoriales o de cualquier otro asunto interno que no es de su competencia? ¿Se mantendrá la debida separación entre las competencias de la Iglesia y las competencias del Estado (aquello de `Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios´)?".