Si hay algo que persigue a un albaceteño ilustre, aunque residente desde hace muchos años en Toledo, es su carácter discreto. Nos referimos al director general de la Policía Nacional, Francisco Pardo Piqueras, del que se supo que se había contagiado de coronavirus justo el mismo día que salía de un forzado ingreso hospitalario.
Al parecer su ingreso en el hospital se produjo tras el prudente consejo de su hijo, médico residente en Valencia, que le instó por teléfono a someterse a una sencilla prueba sobre niveles de saturación de oxígeno en sangre. Dio en el clavo: de la prueba se supo que tenía Covid-19 y neumonía. De hecho requirió ingreso hospitalario.
Pardo salió del hospital hace días y está ya limpio y con anticuerpos para, Dios no lo quiera, defenderse de nuevos ataques. De hecho, ya está trabajando en su despacho de la Dirección General de la Policía. A Toledo, la residencia habitual de la familia, lleva 50 días sin venir. Casi dos meses, como tantas otras personas, sin ver a su familia.
Algunos amigos de Pardo y de su asesor, el periodista toledano Jesús Ramírez, hacen chanza sobre el insólito y caprichoso recorrido del virus. Ramírez, su asesor y escudero, también dio positivo en la prueba inicial. En su caso el bicho nunca le produjo grandes alteraciones, pero durante casi un mes es su compañero, aunque no se haya manifestó de forma agresiva.
El periodista oropesano espera ya la marcha definitiva del virus de su cuerpo, tras dos pinchazos en hueso en los que el test dio positivo. Espera en breve un último descabello para comprobar que está limpio. Ojalá sea así.