Cuenca es una de las provincias con zonas que se encuentran entre las más despobladas de España. Los esfuerzos de las distintas administraciones no dan con la clave para solucionar el problema y parece, por el contrario, que la cosa va a peor si tenemos en cuenta el cierre y traslado de grandes empresas y el consecuente despido de trabajadores, que en nada contribuye a fijar población.
El último mazazo viene de la mano de Unicaja Banco, entidad en la que ha derivado la antigua CCM y todo el potencial que la Caja castellano-manchega tenía en Cuenca. A falta de la decisión final y el efecto de la fuerte presión que realizan estos días los trabajadores, Unicaja despediría en principio a 47 trabajadores y cerraría 32 oficinas.
Se trata de un problema imporante para los pueblos afectados ya que no solo pierden puestos de trabajo sino un servicio esencial para las vecinos de estas localidades, habitadas esencialmente por personas mayores.
Tal como denuncia el periódico digital La Opinión de Cuenca, será difícil retener "a quienes viven en el mundo rural y a atraer a nuevos habitantes sin consultas de médico presencial, sin transporte público, desmantelando la red de autobuses y el tren, o sin oficinas bancarias".
Este mismo medio recuerda "la tragedia" de los parados: "Un total de 47 personas están en el punto de mira y podrían perder su empleo. Entre el cierre de Gamesa, el de Florette en Iniesta y el ERE de otro gran proyecto que se quedó en agua de borrajas como Iberopinar, suman en los últimos meses 300 despidos en la provincia de Cuenca. Ahora serán, si Unicaja sigue con sus planes, 350".
Ante todo ello se preguntan: "¿Qué futuro ofrece una provincia que no es capaz de retener a sus empresas?". Y afirman a continuación: "A ver si en vez de luchar contra la despoblación, en lo que están trabajando los actuales gobernantes es en que nos despoblemos más deprisa. Las pistas apuntan a ello…".