La exministra de Educación del PSOE Isabel Celaá ha presentado sus credenciales como embajadora española ante la Santa Sede. Y lo ha hecho vestida de negro riguroso, mantilla y peineta. Al Papa Francisco debió sorprenderle que una dirigente del PSOE se atreviera con la peineta y por eso mismo bromeó con ello y le dio las gracias en la audiencia protocolaria en el Palación Apostólico del Vaticano.
"¡Muchas gracias por venir con la peineta!", le dijo el Pontífice después de que Celaá le enseñara las cartas credenciales que marcan oficialmente el inicio de su representación diplomática.
El hecho no tiene mayor relevancia si no fuera por la polémica que se montó en determinados medios españoles cuando María Dolores de Cospedal, expresidenta de Castilla-La Mancha, acudió al Vaticano con mantilla y peineta al acto de Declaración de San Juan de Ávila, al que asistió también la entonces vicepresidenta del gobierno, nacional Soraya Sáenz de Santamaría, ataviada con similar indumentaria pero sin peineta.
En aquel momento lideraba Izquierda Unida a nivel nacional el ciudadrealeño Cayo Lara, que fue muy crítico con Cospedal y Santamaria al decir que la peineta y la mantilla "nos retrotrae a la España de los años 60 y no a la España del siglo XXI". En un alarde de imaginación dijo que la marca España "no se debe mimar con peineta y con matilla", sino venderla con unas cuentas públicas que contemplen otros contenidos que ayuden a salir de la crisis creciendo y creando empleo".
No fue el único que lanzó este tipo de ataques, comparaciones y burlas contra Cospedal, algunas especialmente hirientes. Ninguno de aquellos ha dicho nada ahora al ver a la embajadora socialista Isabel Celaá vestida de forma similar ante el Papa, pese a haber avanzado más el siglo XXI y a que la crisis y el desempleo no han dejado de crecer.