Son muchos los escándalos por pederastia que tiene a la Iglesia como protagonista. Presbíteros con inclinaciones perversas con los niños que los más altos representantes eclesiásticos en ocasiones han pretendido ocultar. El diario El País viene publicando una serie de informaciones acerca de estos hechos, debidamente acreditadas a través de sentencias canónicas, documentos inéditos y denuncias de las propias víctimas.

Casos de pederastia que han llevado al rotativo de Prisa a poner nombre y apellidos a 39 obispos que han impedido que los execrables hechos fuesen juzgados civil o canónicamente. Entre los prelados denunciados, cuatro ejercieron en diferentes etapas su predicamento en diócesis de Castilla-La Mancha.

Juan José Asenjo, obispo auxiliar de Toledo (1997-2003), obispo de Córdoba (2003-2008), exsecretario general de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Sevilla (2009-2021). "Mantuvo en el cargo y apoyó a un sacerdote investigado por abusos en la diócesis de Córdoba a comienzos de los años 2000", afirma El País.

José Guerra Campos, obispo de Cuenca (1973-1996) y exsecretario general de la Conferencia Episcopal Española (1966-1972). "Encubrió y trasladó al párroco de Mota del Cuervo (Cuenca) tras un caso de abusos", puede leerse en la información del citado diario.

Vicente Enrique y Tarancón, obispo de Solsona (1945–1964), arzobispo de Oviedo (1964-1969), arzobispo de Toledo (1969-1971), arzobispo de Madrid desde 1971 a 1983, cardenal desde 1969 y presidente de la Conferencia Episcopal Española de 1971 a 1981. "Está bajo sospecha su gestión del caso de Cesáreo Gabaráin, un sacerdote compositor de música litúrgica, acusado de abusos por alumnos del colegio marista de Chamberí, en Madrid, donde ejercía de capellán, y expulsado del centro a finales de 1978. No obstante, a los dos meses fue nombrado prelado de Su Santidad por Juan Pablo II, trasladado a otro colegio de Madrid, el de San Fernando, y destinado a una parroquia de la ciudad, en el barrio de Mirasierra, donde fue vicario hasta su fallecimiento en 1991", informa El País.

Braulio Rodriguez, obispo de Osma y Soria (1987-1995), obispo de Salamanca (1995 a 2002), arzobispo de Valladolid (2002-2009), arzobispo de Toledo (2009- 2019) y exmiembro de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española. "Siendo obispo de Salamanca, ignoró las denuncias contra el cura Isidro López. Como obispo de Toledo, ha ignorado las denuncias contra un sacerdote procesado en Talavera de la Reina, pues solo después de que la víctima escribiera al Vaticano abrió un proceso canónico. Igualmente, desoyó durante años las acusaciones contra otro cura del seminario menor Santo Tomás de Villanueva, de Toledo. Además, encubrió al cura Francisco Carreras, un sacerdote expulsado de la diócesis de Miami en 1981 por varias denuncias de pederastia y que recaló en Salamanca, pese a las advertencias de las autoridades eclesiásticas de EE UU. Llegó a oficiar como párroco en 12 localidades hasta 2004, donde cometió numerosos abusos", cuenta el periódico del grupo Prisa.