El blog 'Locales de Toledo', con el que Fernando Riaño rescata de la memoria comercios, fábricas, bares, restaurantes, hoteles, etc. ya desaparecidos en la capital toledana, acaba de publicar una entrada en la que repasa los negocios hosteleros que se convirtieron en los templos del "boom del ocio nocturno" que explotó en el centro histórico de ciudad en los 80 y los 90 al calor de la "recién creada Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la nueva Universidad".
"Toca ahora recordar los bares y locales nocturnos repartidos por las estrechas calles del centro, donde se tomaban cervezas en vasos de litro, submarinos, cerebritos, leche de pantera, calimocho, tequila, cubatas... pero, sobre todo, se charlaba y se pasaban muy buenos ratos", escribe Riaño en el post 'Noches toledanas II', que llega meses después de hacer repasado "las primeras discotecas y los locales del Miradero", una galería comercial ya desaparecida en lo que ahora es el Palacio de Congresos 'El Greco'.
Un recorrido no apto para nostálgicos que está siendo muy comentado en la capital de Castilla-La Mancha por los cientos de recuerdos que el autor de 'Locales de Toledo' ha logrado desbloquear gracias a su trabajo de investigación, que ha logrado documentar fotográficamente con imágenes de 'La Guía Toledo' de 1991, la Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha y del Archivo Municipal de Toledo.
Fernando Riaño, con mucho sarcasmo, recuerda que "la plaza donde están ahora las Cortes de Castilla-La Mancha se ponía de bote en bote" a comienzos de los 80, cuando "llegó la moda de beber calimocho (mezcla de vino y Coca-Cola, ahora se llama 'Cocktail de vino tinto con cola carbonatada') en El Alcarreño y en el cercano Bar La Cornisa, de Mariano y Socorro".
O que en la entrada del callejón que lleva a Nuncio Viejo estaba El Aljibe, "de ambiente heavy, en el que había que llegar hasta el fondo para ver si habían llegado ya los amigos y ponían aceitunas para acompañar la bebida".
Uno de los bares históricos que aún pervive es El Trébol, que abrió "con sus famosas bombas y pulgas" en la calle Santa Fe a finales de los 80 de la mano del conocido hostelero Ventura del Álamo. En la misma calle y con el mismo dueño se puso en funcionamiento el Sildavia (actual La Tabernita).
En la Plaza Horno de la Magdalena, recuerda Riaño, estaba "otro de los imprescindibles, el bar Tierra, con las aglomeraciones típicas de esos años". Y en San Justo "se hizo imprescindible el San Justo Precio (de Loqui), abierto en 1988". Allí también estaban La Oficina, y en la calle Tripería, en el actual restaurante Madre Tierra, El Tajo, que luego se llamó San BarNardo y Ali- Fit.
En la calle Alfileritos y su entorno, donde "era difícil, casi imposible, que un coche se atreviese a circular por allí estaba" por el ambiente que se generaba por la noche, se encontraban "el Macondo, donde actualmente está el Oki Oki, con música venida de Sudamérica de la mano de los hermanos Fernández Andino (Toni, Leonardo y Octavio)", el Kaya, el BareNostrum ("que luego fue el Mamola") o el Cuevas "actual Legendario".
"No puedo dejar de citar también las terrazas veraniegas que hubo a finales de los 80 en la ribera del Tajo, en la zona de la Barca de Pasaje. Eran Nabumboo, Reina Ribera y Pikiki's Playa. A principios de los 90 la discoteca Sithon's tuvo terraza veraniega en los jardines del Alcázar. En el paseo Recaredo también hubo varias terrazas como Ala Delta, Máscara, Pachá, Niebla o Paradise. También hubo en la zona de Safont. Enfrente del Molino de Santa Ana, estuvo la terraza El Azud", rememora el autor del blog 'Locales de Toledo', que no se olvida de otros míticos como Jacaranda, La Suiza, Scorpions, La Viña, El Gallo, La Sal, El Paparazzi y muchos más.
En fin, un detallado y laborioso recorrido por los bares, pubs, terrazas y discotecas que fueron (y en algunos casos siguen siendo) el lugar de encuentro de los toledanos en sus momentos más divertidos. Un trabajo que está corriendo como la pólvora a través de WhatsApp y las redes sociales porque, pese al consejo de Sabina, al lugar donde se ha sido feliz siempre se quiere volver.