Son tiempos de cambios importantes en el centro derecha y el PP, hasta ahora hegemónico, se enfrenta sin duda a una encrucijada que le obliga a mirar de reojo tanto en Ciudadanos como a VOX. No se trata tanto de la cacareada “refundación “ a la que han apelado muchos este fin de semana en la convención del partido, sino a una vuelta a las esencias con una visión más joven por lo que se refiere a los liderazgos y distinta a la que protagonizaron Aznar pero sobre todo Rajoy que en definitiva es lo que pretenden Pablo Casado y su equipo. Ha habido discursos de todo tipo y de distinta intensidad porque a la desgana de Rajoy y su forma de ser y estar en política como un tecnócrata al uso tal como ha sido bautizada su trayectoria, se quería visualizar la radicalización de un Aznar que otros disfrazan de coherencia ideológica. Por eso esta convención quieren que sirva para hacer una definición ideológica liberal/conservadora que no se deje comer la merienda por quienes invaden sus sus lindes en el mismo caladero de votos.
Se ha dicho que el encuentro debe servir para renovar objetivos y legitimar el poder del nuevo equipo a través de la redefinición organizativa y programática y eso se tiene que visualizar claramente antes de las municipales. El nuevo líder de los populares habla de un "rearme ideológico” que permita al PP restituir las esencias del modelo de partido que en definitiva se adoptaron tras la refundación del 89 y quiere pasar precipitadamente la página del “descafeinado marianismo“ al que ahora quién antes no le hacían ni un ruidito agazapados en el confortable calor del poder, ahora muchos acusan injustamente de todos los males.
Los dirigentes de VOX sostienen que en España en estos últimos 14 años todo el mundo ha dado un paso a la izquierda. “Lo que era un centroizquierda moderado, ahora es una izquierda dura, lo que era una izquierda dura, ahora es una izquierda radical, y lo que era una derecha normal ahora es un centro descafeinado,” afirman, haciendo una reflexión que parece compartida también por los nuevos líderes populares. Pero el PP se equivocaría pensando que con un viraje hacia una derecha más extrema conseguiría recuperar los votos perdidos. Su éxito o fracaso va a depender de un equilibrio difícil pero eficaz de un discurso que sea ideológicamente coherente con los postulados de la derecha pero con el que se identifique también ese sector de centro derecha moderado que huye de los extremos, y que hasta ahora era la llave para ganar elecciones.
La identificación del PP con esa derecha dura, que ahora llaman sin complejos, con postulados cercanos a la extrema derecha que se ha hecho un hueco en las elecciones andaluzas y que ha venido para quedarse, puede resultar ser solo “pan para hoy y hambre para mañana” si finalmente Albert Rivera se queda con el gran bocado del centro. El centro que desde la etapa de UCD todo el mundo en este país ha querido reivindicar: desde la izquierda socialista a la derecha popular, es sinónimo también de templanza y sensatez lo cual no es fácil de asumir en los tiempos que corren y después de que el Procés de Cataluña haya conseguido envenenarlo todo.
Hace poco entrevisté a Pablo Casado y le pedí que se definiera ideológicamente su respuesta fue: “Me defino como liberal. Creo que la persona tiene que estar en el centro de la actuación pública, y que las administraciones tenemos que ayudar a quienes lo necesitan. Pienso que no se deben interferir en el libre desarrollo de las personas, porque así es como se crece, se crea empleo y se apuesta por esa España que madruga, que al levantar la persiana de su negocio ya saca adelante a su familia y a otras personas. Yo propongo una revolución fiscal en la que suprimamos los impuestos de sucesiones, donaciones y patrimonio, en la que reduzcamos el IRPF esté por debajo del 40%, en el que el impuesto de sociedades vaya bajando a partir del 25% y pueda ir convergiendo con países europeos que están sólo un poco por encima del 10%. En definitiva, creo que ese es el ideario que siempre ha tenido el PP,“ me dijo no sin antes hablarme de que su partido tenía que poder caminar hacia el futuro sin olvidar su historia pasada pero retomando el ideario y recibiendo errores que se cometieron en la etapa de Gobierno de Mariano Rajoy.
“Digamos que el ideario del PP se ha quedado por el camino, pero no ha sido culpa del Gobierno de Rajoy, sino de las circunstancias de fragmentación parlamentaria, por la irrupción de nuevos partidos, la crisis económica, los casos de corrupción etc. Por eso tenemos que enarbolar los principios de siempre, pero como nunca. Rajoy siempre decía que lo urgente a veces nos ha impedido hacer lo importante y ahora es cuando podemos volver a reivindicar las cuestiones que la oposición poniéndonos palos en las ruedas no nos ha dejado hacer,” afirmó , y eso es exactamente lo que han querido que se visualice este fin de semana.
El PP está en una encrucijada importante. Haber conseguido el Gobierno de Andalucía le ha dado un respiro, y no ha sido un mal comienzo para el liderazgo de Casado pero eso puede ser solo un espejismo pasajero si de aquí a mayo no son capaces de volver a ilusionar a sus electores y el tiempo corre en su contra.