Nos han contado

Dos hermanos de renombre crecidos en Ciudad Real, entre gachas y migas manchegas, y actualmente en la élite

22 enero, 2018 00:00

“Yo y mi hermano nos quedábamos un rato más con nuestro padre (Talant) entrenando. En ese momento, querías hacer otra cosa, pero después, con el tiempo, te das cuenta que hiciste bien”, contaba el más pequeño, Dani (Santander, 1997), a El Español tras ganar el campeonato del mundo júnior con España. Y Álex (Santander, 1992), en otra conversación con ese mismo diario, durante el Mundial, lo corroboraba: “A veces, por el apellido, tienes que trabajar más. Pero cuando va bien, todo te resulta más sencillo”. Esa ha sido la cara y la cruz de los hermanos Dujshebaev, ‘los Gasol’ del balonmano español, dos niños crecidos al albor del Quijote Arena de Ciudad Real entre gachas, migas y estrellas (Dinart, Uríos…) del deporte que hoy los acoge en la élite. Este enero, por primera vez en un torneo internacional con la selección. Y, de momento –y antes de enfrentarse a Dinamarca (miércoles, 20:30 horas)–, con dos victorias ante República Checa (32-15) y Hungría (25-27), tal como cuenta el periodista David Palomo en su reportaje para El Español

La ‘culpa’ la tienen el padre, Talant, el primero en debutar, en 1995 –cuando obtuvo la nacionalidad–, y la madre, que se quedó embarazada justo unos meses antes de los Juegos de Barcelona 1992 y no pudo ir, pero fue portera internacional en la Unión Soviética. Ellos dos fueron el inicio. Álex y Dani, que comparten por primera vez habitación en un Europeo, siguieron su ejemplo. “Siempre me viene a la cabeza cuando ambos eran pequeños y estaban por allí (en el Quijote Arena) recorriendo la pista, y cómo se quedaban a hacer juegos”, recuerda Jesús Rivilla, preparador físico de la selección y ex de aquel glorioso Balonmano Ciudad Real.

La exigencia la mamaron desde sus primeros días. Talant, campeón de la Copa de Europa en la pista (1994) y en los banquillos (2006, 2008, 2009 y 2016), les marcó el camino desde el principio. “Él siempre tenía claro que si quieres destacar por encima de los demás tienes que hacer algo diferente. Y él, más allá de su talento, era muy currante. Su principal virtud era su capacidad de trabajo. Era uno de los poquísimos jugadores que llegaba 30 minutos antes para analizar los entrenamientos y después se quedaba. Me decía: ‘Jesús, espera que voy a entrenar otro poco’. Ya por entonces tenía una visión dual como jugador y entrenador”, rememora Rivilla, que llegó al Balonmano Ciudad Real el mismo año que el padre de los Dujshebaev.

Así era Talant, un tipo con carácter, concienzudo, talentoso y trabajador. Y eso es lo que le enseñó a sus hijos. “Hay una cosa que tenía clara: la mejor forma de transmitir cualquier valor es con el ejemplo”. Y así lo hacía. Álex y Dani, en aquel Quijote Arena donde se jugaba el mejor balonmano de toda Europa, se quedaban un poco más a entrenar con su padre. Primero, soñando con jugar en ese Ciudad Real, y después, con lo que viniera. Ambos, en cualquier caso, tenían razones para pensar que algún día estarían en la élite con el mejor espejo en casa.

Por cierto que en la selección también hay un toledano, el portero del Barcelona Gonzalo Pérez de Vargas.