Ángela Lucido Andrada, natural de Casar de Cáceres y residente de Toledo desde hace más de seis décadas, fallecía en la tarde de este miércoles a la edad de 104 años, dejando un profundo vacío en el barrio de Santo Tomé, donde era muy conocida y querida por sus vecinos.
Ángela celebró hace apenas dos semanas su 104 cumpleaños, demostrando la vitalidad y lucidez que la caracterizaron hasta el final de sus días. Habitual del bar La Sierra, disfrutaba cada mañana de dos porras para desayunar, un ritual que compartía con quienes la apreciaban.
Fue madre, abuela de siete nietos y bisabuela de cinco bisnietos, quienes siempre la recordarán como un ejemplo de fortaleza y alegría. Hasta el último momento, Ángela vivió en su casa, rodeada del cariño de su familia y vecinos.
El barrio de Santo Tomé despide hoy a una de sus figuras más entrañables y a una de las personas más longevas de la ciudad.