Casi 500 jóvenes españoles denunciaron haber sido víctimas el último año de los abusos laborales de empresas de trabajo temporal que, una vez en Holanda, les hacen firmar contratos engañosos, con sueldos míseros y alojamientos inadecuados, según relataron a Efe varios afectados. "La primera semana firmamos un contrato pero no nos dieron trabajo. En la segunda semana, nos llamaron para trabajar, hicimos solo 20 horas y cuando fuimos a cobrar, nos ingresaron 65 euros al más joven, 90 a mi colega y 65 a mí", explica Manuel Juan Ruiz (Ciudad Real, 25 años), quien llegó a Holanda atraído por una oferta laboral de la subsidiaria holandesa Tempo Team. No les dieron una nómina donde se explica su sueldo y, el gerente, les avisó de que tenían una deuda de 24 y 27 euros "no detallada" con la empresa, por lo tanto, no solo no iban a cobrar lo que les corresponde, sino que debían dinero a su empleador.
Estos jóvenes entran en contacto con las ofertas de empleo temporal a través de los reclutadores en España o las redes sociales, donde las compañías publican unas condiciones laborales atractivas, con un salario que triplica el mínimo español, un contrato ligado al alojamiento y un horario de más de 30 horas semanales, el mínimo legal. "Lo peor son las conocidas como nóminas negativas: personas a las que se promete un salario mínimo y unas horas de trabajo, se les da un alojamiento y un transporte que tiene que pagar", explica a Efe Sol Trumbo Vila, Presidente del Consejo de Residentes Españoles (CRE). "Y, como luego no trabajan las horas prometidas pero deben pagar los gastos igualmente, se ven con una deuda con su empresa, que, según los convenios, tiene derecho a despedir al trabajador", advierte. Esto hace que la persona, sin trabajo, sin vivienda y sin dinero para volver a España, esté en una situación de "vulnerabilidad total y solo con acceso a redes de solidaridad porque no hay una institución española que se encargue de esos casos", añade.
La época de Navidad y los veranos son los picos más altos porque es cuando los centros de distribución de productos o de empaquetado de alimentos (ensaladas, pollo o comida preparada) requieren de mano de obra en masa, barata, urgente y temporal, y exigen incorporación inmediata y autofinanciación del viaje.
El dinero que ha cobrado Manuel por una semana de trabajo no es suficiente para cubrir sus necesidades básicas, incluida la comida y el transporte. En Holanda, el salario medio ronda los 2.200 euros mensuales y, a modo de ejemplo, un menú básico roza los 35 euros y el transporte público es de los más caros de Europa. Además, la casa ronda los 400 euros por persona al mes y el seguro médico son 100 euros mensuales, según las cifras que maneja el Consulado español.
El alojamiento de los temporeros, cuyo precio se deduce del salario prometido, está en los campings que renta la empresa y suele estar a varios kilómetros a pie del lugar de trabajo, fuera de la ciudad; en caso de Manuel, a 7 kilómetros a pie del primer supermercado donde puede comprar comida y los productos de limpieza. Ante la incertidumbre, fueron a quejarse al gerente, quien optó por despedir a los tres, relata Manuel, "por no trabajar bien". Se había quedado en la calle, en una zona del este de Ámsterdam, sin su salario, sin ahorro que les permitan volver a España, ni un alojamiento donde vivir hasta encontrar una solución a su situación. "Se ha abusado de nosotros completamente y se nos ha engañado todo lo que se ha podido", lamenta.
Jorge Ortuño Pons (Alicante, 30 años) reconoce, con un agotamiento físico y psicológico aparente, que llegó a Ámsterdam con "unas expectativas súper altas y con un contrato que había firmado en su momento en España", pero se encontró con una situación "de mala gestión brutal". "Las condiciones son bastante lamentables: había agujeros en el suelo sin señalizar, no nos dieron un chaleco, hemos estado moviendo vigas de una tonelada y media sin casco. Limpiamos el óxido con un producto tóxico sin guantes", añade.
Juan Villeda González (Tomelloso, 20 años) es de los empleados más jóvenes víctimas de las ETT en Holanda. "Nos lo vendieron muy bien cuando leímos el contrato en España pero no tiene nada que ver con lo que nos ofrecieron aquí. Ahora no tenemos ni para volvernos a España", asegura.
Un informe interno de la Federación de Sindicatos Holandeses, al que ha tenido acceso Efe, recoge testimonios de empleados españoles y polacos que reconocen que trabajar para las ETT es "una lotería" en la que "un trabajo extremadamente difícil y mal pagado se presenta como un éxito", y donde hay que lidiar con "la incertidumbre y las malas condiciones de trabajo".