Por su interés y actualidad ofrecemos íntegro el artículo que este sábado ha publicado Raúl Conde en El Mundo, en el que nos descubre "la via Page" del PSOE nacional y los intereses políticos comunes del presidente castellano-manchego y Albert Rivera. Un artículo muy didáctico y recomendable.

La vía Page

ConSusana Díazen trance decongelacióntras caer en Andalucía, y toda vez queXimo Puigdebe en gran medida su reelección al viento de cola dePedro Sánchez, los únicos barones críticos que mantienen en el PSOE su potencia de fuego después del 26 de mayo sonGuillermo Fernández VarayEmiliano García-Page. Sin embargo, mientras el primero recompuso su relación con la dirección socialista tras las primarias, el segundo sigue marcando distancias. Lo hizo tras la crisis del relator y lo ha vuelto a hacer ahora tejiendo una alianza con Ciudadanos cuya onda expansiva cruza el Tajo para colarse en Madrid.

QueRiverahaya elegido esta región para firmar elúnico pacto global con el PSOEmientras mantiene el veto al presidente del Gobierno responde a una conjunción de intereses. El viejo Andreottidecía: "Hay dos tipos de locos: los que se creenNapoleóny aquellos que se creen capaces de sanear la red de ferrocarriles del Estado". El presidente de Cs aspira a ser el Napoleón de eso queAznarllama centroderecha. A Rivera, el acuerdo en Castilla-La Mancha le permite agitar un señuelo para resistir en su contumazno es noa Sánchez. A Page, en cambio, le procura gobernar con comodidad en todas las capitales y diputaciones. Pero, sobre todo, le facilita erigirse en la figura con más proyección de las facciones del PSOE que no comulgan con Ferraz. Mientras sea presidente, la autoridad interna de Sánchez será incuestionable. Pero el líder de Cs trata de abrir grietas, y esto explica susintonía con los socialistas castellano-manchegos.

Un acuerdo que lleva el sello de Bono -bien relacionado con Rivera-, cimentado en las concomitancias en la visión de ambos sobre el problema de Cataluña y en la cómoda cohabitación con un PSOE que en la tierra del Quijote y del Arcipreste de Hita agita un regionalismo de raíz españolista. Recuperación de los servicios públicos, escuela concertada, moderación fiscal, vinculación con las raíces culturales y unos tentáculos armoniosamente trabajados a lo largo de cuatro décadas de hegemonía autonómica. Todo ello le permite a Page controlar en esta legislatura un océano de poder territorial en Castilla-La Mancha. Este bagaje, unido a la señal que envía abriéndose a colaborar con la derecha liberal, decanta su visión centrista -traszamparsea Podemos- y rubrica el alcance nacional de sus miras políticas.

Raúl Conde. Periodista